Eutopía

Cerca o lejos. Ocurrió.

Conocemos la resistencia y la virulencia de la violencia hacia las mujeres. Ya no es cuestión de que se ‘pueda, sino que se ‘debe’ actuar con medidas integrales

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Existen corrientes ideológicas que fomentan un estilo de vida libre de apegos. Cuanto menos nos empeñemos en la acumulación material (casi siempre innecesaria), mayor será nuestro bienestar personal y familiar. Esta concienciación, que desempolva nuestras inseguridades y nos propone caminar sin tanto equipaje, también influye positivamente a nivel planetario. Su filosofía se enfrenta radicalmente al consumismo, denominándola ‘Menos es Más’. Es un paso, sin duda alguna, para ir aliviando una existencia basada en los excesos…. Pero sólo es aplicable al mundo de los objetos, de las cosas, de lo inerte. Si lo extrapolamos o lo aplicamos a las personas, entonces el Mundo pierde… Ahora estamos en plena inmersión de un mensaje conciso, que llama a la sensibilización y a la denuncia.  ‘Ni una menos’… No es una campaña. No es un eslogan viral que de tanto repetirlo puede perder fuerza y sentido. No es una noticia, ni pasajera ni superficial. ‘Ni una menos’ tiene infinitos rostros de mujer. Nos habla de los macro y micromachismos. Nos recuerda que, desgraciadamente, aún padecemos la violencia de género (física, psicológica, sexual, espiritual, económica o espiritual) o el daño extremo a nuestra integridad y a nuestro derecho a ‘ser’. Nos refleja los intereses patológicos de unos ‘degenerados’ cuyos actos de terror conllevan la destrucción de la  autoestima y autonomía de las mujeres (niñas, adolescentes y adultas). ‘Ni una menos’ muestra que los complejos y el miedo de algunos que se autoproclaman ‘hombres’ minan la existencia, cavan fosas y matan la paz de las unidades familiares y de las comunidades. El feminicidio es una tragedia a gran escala. Es la lectura dramática de la desintegración de los valores y de los obstáculos arraigados que imponen las estructuras socioculturales. ‘Ni una menos’ nos exige que busquemos entre todas y todos soluciones a lo que ya se conoce, desde hace décadas, como el crimen encubierto más grave y frecuente en todos los rincones del planeta. Conocemos la resistencia y la virulencia de la violencia hacia las mujeres. Ya no es cuestión de que se ‘pueda, sino que se ‘debe’ actuar con medidas integrales y heterogéneas y velar por que sean permanentes en el sistema y en los agentes de socialización. No deberíamos aceptar ninguna representación política que no incluyera la perspectiva de género y la erradicación de cualquier tipología de violencia en su listado de prioridades. Si recortan en esta materia, o incluso tienen la desfachatez de apoyar a instituciones religiosas que se opongan al principio de igualdad y no discriminación, entonces las consecuencias serán obvias y predecibles, porque alimentaríamos a quienes necesitan reducir, cosificar y anular a otras personas. Ningún problema nos debe resultar ‘ajeno’. Como escribió la poeta polaca W. Szymborska: “Podía ocurrir. Tenía que ocurrir. Después. Más cerca. Más lejos. Ocurrió”.   Es necesario educarse para educar. Cambiar nuestra mirada para dar ejemplo a la infancia y juventud. Empatizar, para no aceptar que el sufrimiento sea justificado. Nadie puede permitirse ser verdugo ni cómplice ante la violencia. La indiferencia no puede crear su enjambre ni en el corazón ni en nuestro pensamiento… Si te pasa, hay alternativas. Si no nos pasa, nunca juzguemos. Y siempre, prestemos la voz, la palabra, ayuda o nuestros hombros... 

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