Es, cuanto menos, curioso y esclarecedor, que al hecho de dejar sin vivienda a una familia, se le dé el nombre jurídico de ‘lanzamiento’. Acaban de conocerse los datos de las familias que se han quedado sin hogar (basta de eufemismos, y menos cuando son tan ilustrativos y anticonstitucionales) en el primer semestre del año en Jaén: 277, de los que el sesenta por ciento son como consecuencia de las ejecuciones hipotecarias con las entidades financieras. El dato del informe del Consejo General del Poder Judicial, coincide con la noticia de los 59.000 millones de euros que se ha gastado el Estado en socorrer a los bancos, de los que aún no se ha recuperado apenas un ocho por ciento. Sigue habiendo, por tanto, dos realidades en este país, en esta provincia. Una, la de la cacareada recuperación económica, y otra, la de la injusticia, la del día a día de miles de familias que siguen en el paro, que rozan ya el umbral de la pobreza, que subsisten con apenas 400 euros y a las que las entidades financieras, las mismas que no devuelven el dinero, siguen echando a la calle. Son los refugiados de este país, exiliados a casas de sus familiares, sin esperanza y sin futuro. Son el rostro de una crisis que, primero no existió, luego nos arrasó, y ahora, es un gueto del que nadie quiere saber nada. Por lo demás, seguimos con pan y circo.
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