Jerez

El presunto filicida de Ubrique: "Mis hijos se mataron entre ellos"

El acusado ha sostenido que la noche de los hechos se acostó y de madrugada, sobre las 4,30 horas, escuchó a sus hijos discutiendo a gritos

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
  • El acusado -

El hombre de 55 años acusado de matar a sus dos hijos en octubre de 2014 en Ubrique ha asegurado este lunes que éstos "se mataron entre ellos" y a él se le "cayó el mundo", motivo por el que tras los hechos fue al campo a "ahorcarse".

En la segunda sesión del juicio que se celebra en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Cádiz, el acusado ha sostenido que la noche de los hechos se acostó y de madrugada, sobre las 4,30 horas, escuchó a sus hijos discutiendo a gritos.

Ha relatado que se vistió y se acercó para saber qué estaba pasando, momento en el que su hijo de 16 años le dijo que su hermana, de 19, había "vendido todo el oro". Ha asegurado que fue a comprobarlo y cuando regresó al dormitorio de sus hijos éstos "estaban matándose".

Según su versión de los hechos, su hija tenía el cuchillo de matanza que guardaba en un armario de 22,5 centímetros de hoja, mientras que el hijo tenía un cuchillo de cocina más pequeño, siendo la primera vez que se habla de este segundo cuchillo y que, además, nunca se ha encontrado.

Ha insistido en negar que quisiera matar a ninguno de sus hijos y ha dicho que no era la hija --que apareció muerta en el rellano de la entrada-- la que salió a pedir ayuda a un vecino, sino que fue él quien acudía en busca de auxilio porque ella quería "matarlo".

El acusado ha sostenido que le quitó el cuchillo a los dos y, junto a los guantes de látex que ha afirmado que llevaba su hija, se deshizo más tarde de ellos en el campo, principalmente porque no quería que su hijo "quedara como un asesino".

Ha relatado que la hija murió "en sus brazos" en la entrada y que luego no pudo entrar en la casa porque el hijo cerró la puerta con llave --las acusaciones sostienen que fue el acusado quien mató a los niños y cerró con llave antes de marcharse--. Ha dicho que no llamó a los sanitarios, a los Bomberos o a la Policía porque estaba "en estado de shock", insistiendo en que lo que quería era ir al campo para "quitarse la vida".

El acusado ha manifestado que él recibió "tres puñaladas" la noche de autos y que, además, la Guardia Civil le agredió en el momento de la detención. A preguntas de las partes ha contestado que no denunció a los agentes porque "no estaba para nada" en aquel momento, y por el mismo motivo declaró inicialmente que él había matado a sus hijos --cambió esta versión en febrero de 2015, cuando declaró a petición propia ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Ubrique para asegurar que los hijos se habían matado entre sí--.

LA HIJA TENÍA "MUY MALA LECHE"

El acusado ha asegurado que su hija "había echado muy mala leche" y, además, le "tenía interés" porque no aceptaba la relación que mantenía con una mujer a los pocos meses de morir su esposa --la madre de las víctimas falleció en noviembre de 2013 y el acusado instaló a su nueva novia en la casa familiar en marzo de 2014--.

Ha reconocido que en un primer momento empadronó a su nueva pareja --una mujer de origen marroquí y unos 30 años menor que él-- en la vivienda familiar, si bien la oposición de la hija hizo que alquilara un piso a su novia, con la que pasaba los fines de semana. También ha reconocido que solicitó un crédito de 4.600 euros para pagarle unos implantes mamarios.

Según ha apuntado, su objetivo era que su hija "hiciera las paces" con él y con su pareja, motivo por el que siguió el consejo de esta última de no pasarle dinero a la hija "hasta hacer las paces", ya que llevaba "meses sin cogerle el teléfono".

Cabe señalar que la hija se habría visto obligada a abandonar sus estudios universitarios en Sevilla para volver a Ubrique y hacerse cargo de su hermano, ya que había acumuladas deudas por impagos de facturas y había riesgo de embargo de la vivienda. Así, según expusieron las acusaciones en la primera sesión del juicio, los hijos sobrevivían con las ayudas que recibían de los Servicios Sociales del Ayuntamiento.

El acusado ha asegurado que "no había problema de dinero" y que la intención era solucionarlo todo en cuanto hicieran las paces. Sobre la posibilidad de que el hijo pasara hambre, ha dicho que había pocas cosas en la nevera porque una hermana suya le llevaba todos los días comida para calentar en el microondas.

CITACIÓN DE SERVICIOS SOCIALES UN DÍA DESPUÉS

Durante la sesión se ha puesto de manifiesto que el día 3 de octubre recibió una notificación de los servicios sociales del Ayuntamiento citándolo para una entrevista de conciliación familiar para el 7 de octubre --un día después de los hechos--, si bien ha negado que este fuera el detonante, pues ha dicho que no tenía ningún problema en acudir porque estaba convencido de que se iban a arreglar.

Además del hecho de que no aceptaran su nueva relación, otro de los motivos que barajan las acusaciones como desencadenante de los hechos es la herencia de los bienes de la madre, si bien ha negado que hubiera problemas en este sentido porque "quería repartirlo todo para que cada uno supiera lo que es suyo", siendo su intención quedarse con la casa y repartir unas fincas entre los niños.

En el transcurso de la sesión se ha aportado como prueba una grabación que hizo la hija del acusado durante una discusión, en la cual le reprochaba a su padre que ella hubiera tenido que abandonar los estudios para buscar trabajo porque su hermano estaba "pasando hambre" mientras él se iba "a la feria".

En dicha grabación, el acusado le dice que es mayor de edad y que lo que tiene que hacer es buscarse la vida, asegurando que a su hermano no lo iba a abandonar "hasta los 18 años". En el audio le dice a la hija que "no la quiere" por el comportamiento que ha tenido y porque "no es una persona razonable", advirtiéndole en varias ocasiones de que va a darle "un bofetón" porque la casa es suya y en ella mandaba él. La prueba finaliza con la advertencia de la hija de que lo ha grabado y que va a acudir a la Policía.

Tras ello, el acusado ha negado que estuviera amenazando a su hija en ese momento, agregando que ella "estaba echando cojones para que le pegara" porque "había echado muy mala leche", pero "nunca jamás acabaría con su vida".

Cabe recordar que la Fiscalía pide 42 años de cárcel para el acusado por un delito de abandono familiar y dos delitos de asesinato, mientras que las acusaciones particular y popular --ejercidas por familiares de las víctimas y el Ayuntamiento de Ubrique-- reclaman 52 años de prisión.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN