Gastar bromas a los que nos rodean es sano siempre y cuando se haga desde el respeto, desde el sentido común y sin poner en riesgo la salud. No sabemos lo que se le debió pasar por la cabeza a Benjamin Chope a la hora de gastar esta arriesgada broma a su jefe.
Chope, trabajador de la cadena Home Bargains y residente en Reino Unido, tuvo la genial idea de dar a su jefe pasteles cocinados con pastillas de viagra. Hasta 30 píldoras de este medicamento para acelerar la virilidad masculina estaban ocultas en los dulces pastelitos.
El resultado, como podrás imaginar, fue desastroso. Su jefe acabó en el hospital sufriendo un tratamiento para evitar males mayores y Benjamin condenado a 80 horras de trabajo sin cobrar y 12 meses de trabajos sociales forzosos como voluntario.
A pesar de que la broma se ejecutó el 1 de abril, equivalente anglosajón a los Santos Inocentes de España, poner en riesgo la salud de otra persona por hacer una gracia no debe estar permitido. Suponemos que Chope ha aprendido la lección.
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