¿Cuáles son esas nuevas formas de conflictividad juvenil?–El título en sí es casi una especie de metáfora, porque son nuevas y no tan nuevas, a la vez. Entre estas formas nuevas está el yihadismo, chavales de segunda generación en España que han sido captados por redes yihadistas y se han llegado a ir a Siria. Este tema fue tratado por David Meseguer, redactor jefe de Vice News, que había estado en contacto personal vía redes sociales con algunos de estos chicos.
En España hay unos 200 chavales que han sido contactados y que han marchado a Siria; la mayoría no vuelven¿Qué perfil caracteriza a estos jóvenes y cómo puede estar pasando esto?–En España hay unos 200 chicos que han sido contactados y que se marchan, la mayoría no vuelven o se les pierde el rastro.
¿Cómo entran en contacto con estas redes extremistas?
–Lo que hemos constatado es que vivimos en una sociedad extremadamente compleja que realmente no facilita las respuestas unívocas o las explicaciones sencillas. Pero, sí vemos que estos chavales están desubicados respecto a su identidad. No se sienten marroquíes, porque ya se han desvinculado parcialmente de la tradición de sus padres. Se han criado y tienen sus amigos aquí, hablan el idioma y están muy influidos por toda la cultura occidental. Pero, por otro lado, no acaban de sentirse españoles, también por cómo les estamos integrando aquí. La crisis ha ayudado, ha incrementado el racismo. No sienten que estén integrados cien por cien en nuestra sociedad. Es complicado, porque no son muchos casos en España, pero nos preocupa que se convierta en un fenómeno. Muchos de los captados son adolescentes, apenas llegan a los 18 años, es una edad muy vulnerable.
¿Hay motivos de alarma?
–No. La violencia juvenil no aumenta y por parte de menores extranjeros tampoco ha crecido. Eso es muy importante.Los datos más recientes que tenemos, desde el Instituto de Criminología de la Universidad de Málaga, lo desmienten totalmente. No lo estamos haciendo tan mal.
En el curso además se han abordado los actos violentos de hijos a padres.
–Sí. la violencia intrafamiliar, es decir, lo que ha denominado el profesor Vicente Garrido, de la Universitat de Valencia, como ‘Síndrome del emperador’. Los chavales tienen una incapacidad para generar vínculo con sus figuras de apego (madre y padre); por lo que sea no han generado ese vínculo. Tienen tendencias a la psicopatía que puede degenerar en una violencia hacia los padres. Todos tendemos a pensar que esto es el resultado de una educación muy permisiva, pero para el profesor Garrido parece ser que no es por eso. La permisividad es una consecuencia de la desesperación. Son padres que han educado a sus hijos de una forma normal.
¿Qué señales son preocupantes?
–Poca empatía, poca conexión con las emociones de los demás, mucha impulsividad. Cuando vemos estos rasgos hay que trabajar mucho las emociones. Cuando el problema esté delante, no rehuirlo, los padres no deben sentirse culpables, porque a menudo tiene una base más genética, no tanto ambiental. Preocupa porque rompe a las familias y suele ser secreta, porque los padres se avergüenzan.
¿El ciberacoso?
–En el caso del ciberacoso, el profesor José Antonio Casas ofreció unos datos preocupantes. Cada diez casos de acoso escolar , ocho pasan a ciberacoso. Un 11 por ciento de los alumnos en España se han visto implicados en una situación de acoso escolar. Respecto a las nuevas tecnologías, dijo que los padres, educadores, políticos tenemos que empezar a tomar las riendas, porque los chavales entran en contacto con el mundo digital a los 8 años y no son conscientes del daño que se hacen o que pueden hacer a sus compañeros con la difusión de contenidos. Pedía reforzar el uso positivo de las tecnologías.
¿Cómo actuar?
–Hay que poner unas normas, no cerrarse al cien por cien. El problema es que los adultos estamos enganchados a las nuevas tecnologías. Las estadísticas dicen que nos separamos metro y medio de nuestro móvil y que son quince o veinte minutos lo máximo que aguantamos sin mirarlo. Así que la ejemplaridad y la imitación son lo primero que hacen los niños. Los padres tenemos que dejar de rehuir de ese compromiso y empezar a adaptar nuestra manera de vivir la tecnología, porque de otra manera voy a crear un aislamiento. Como padres hay que mojarse, es duro y hay que comprometerse muchísimo más, porque es muy peligroso este tipo de acoso, muy agresivo, muy minante y difícilmente de controlar.
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