Lección de cadismo, otra más. Una veintena de autobuses viajaron hasta Alicante cargados de ilusión para dar colorido al estadio José Rico Pérez de Alicante. Y a ellos se unieron numerosos vehículos particulares y cadistas residentes en la zona, que no quisieron perderse una noche histórica.
A primera hora de la mañana llegaban a Alicante los aficionados cadistas que había partido a medianoche del sábado de viaje. Los alrededores del Carranza fueron una fiesta en la salida, pero el largo viaje no mermó los ánimos, por lo que la llegada comenzó a teñir de amarillo las calles de la ciudad de destino, que olía a fútbol.
Con normalidad transcurrió una jornada para la historia en la que el Cádiz CF se quitaría por fin esa espinita de haber descendido en el mismo escenario. Seis años después, el Cádiz recupera una categoría que ya no debe abandonar si no es para mejorarla. Adiós a la Segunda B.
Los cadistas se movieron con tranquilidad por las calles alicantinas y se lo pasaron en grande. Le dieron la carga a alguna lugareña de buen ver, pero con arte y respeto, como siempre.
Hasta se llevó un aplauso la bandera amarilla que ondeaba en la playa de Alicante. ¿Era una premonición? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que las únicas banderas que ondearon tras el partido fueron justo las de ese color. Y bien que lo hicieron, tanto en Alicante como en Cádiz, ya que la gente se congregó en las Puertas de Tierra nada más pitarse el final del partido.
Hubo muchas quejas por el trato recibido a la hora de acceder al estadio. Más de una hora estuvieron retenidos los aficionados gaditanos en las cercanías del estadio, en las que se había aplaudido la llegada del autobús del equipo, pero en las que la tensa espera se hacía interminable.
Por fortuna, ni los altavoces acallaron los cánticos cadistas, que llevaron en volandas a un equipo que no tenía nada que ver con el de la liga. El Cádiz había resucitado, su afición no, porque nunca había fallado ¡Viva el Cádiz CF!
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