Las acusaciones en el juicio a la joven procesada por acabar con la vida de su exnovio, un millonario británico, en su casa de Estepona (Málaga), han mantenido en sus informes finales que existió un móvil pasional en este crimen. De hecho, el fiscal ha señalado que tuvo "un ataque de celos que desencadenó todos los hechos" al ver a la nueva novia del fallecido.
Por contra, la defensa sostiene que se produjo una agresión previa de la víctima sobre la mujer, que hubo un forcejeo en el que el arma se dispara y que se fue a su país porque "tuvo miedo", subrayando que no actuó con la intención de matar. De hecho, la acusada ha dicho que lo siente y ha reiterado que "no quería hacerle daño, me cambiaría por él".
El juicio se ha celebrado desde el pasado lunes en la Audiencia de Málaga y será el jurado popular elegido para este caso el que tendrá que debatir una serie de preguntas sobre los hechos para llegar a un veredicto de inocencia o de culpabilidad de la acusada, de nacionalidad eslovaca y que trabajó de modelo.
El fiscal ha señalado que la acusada "era inmadura, no aceptaba la ruptura y tenía una situación de dependencia" emocional, pero también económica, ya que "quería seguir manteniendo el estatus". Ha indicado que actuó "de manera cobarde", porque la víctima no se pudo defender, por lo que estima que es un delito de asesinato; además de que preparó una coartada, simulando un suicidio.
Así, ha asegurado que a lo largo del juicio ha quedado acreditado que la acusada "juzgó, condenó y ejecutó" a su expareja "de manera sorpresiva", indicando que aunque "no fuera con la intención de matar" sí se instaló en la vivienda y acabó con la vida del hombre, que no presentaba, según ha dicho, signos de defensa o ataque, apuntando que no se ha probado que la maltratara.
El letrado de la acusación particular, que representa a la familia del fallecido, ha dicho que la acusada "ha hecho un pequeño teatro todo el rato llorando", pero ha señalado que si estuviera arrepentida "lo podría haber dicho". "Al final rompió el juguete", ha señalado, coincidiendo con el fiscal en que no intervinieron terceras personas y en que la versión de la acusada es "increíble".
La defensa sostiene que la mujer disparó, pero por "pánico" y no con frialdad ni con conciencia de lo que hacía. En su escrito de conclusiones definitivas relata cómo primero el hombre la insulta y la coge del pelo, "estampándola contra la pared", al tiempo que "la amenazaba con matarla a ella y a su familia".
Posteriormente, señala la defensa, él aparece con un revólver con el que "la apunta" y que intenta disparar, pero no lo consigue, aprovechando la acusada para "abalanzarse sobre él, con la única intención de salvar su vida". Señala que durante el camino a su país estuvo en contacto con la policía eslovaca y una vez llegó se entregó.
En su derecho a la última palabra, la acusada ha asegurado que "si pudiera cambiar algo, no me defendería a mí misma, creo que sería mejor que yo estuviese muerta". "Yo tenía miedo, nunca en mi vida, nadie me había apuntado con un arma, no quise hacer eso, pero no sé que se hace en una situación así porque nunca he estado en una situación así. Yo nunca he hecho daño a nadie", ha añadido.
El fiscal y el abogado de la familia solicitan 20 y 25 años de prisión, respectivamente; aunque este último también la acusa de allanamiento de morada, solicitando dos años más de cárcel.
En el caso del letrado que defiende a la procesada, dice que actuó en legítima defensa, por miedo insuperable, arrebato y subraya la confesión; circunstancias éstas por las que pide la absolución, aunque alternativamente, si no se entienden como eximente, solicita que se le impongan cuatro años de cárcel.
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