Llegan los exámenes finales y con ellos los nervios y las pocas horas de sueño. Hoy arranca este periodo en la Universidad de Málaga y las bibliotecas universitarias ya están de bote en bote. Y es que sin quererlo, estos equipamientos se convierten prácticamente en el segundo hogar de miles de estudiantes.
Una media de diez horas son las que dedican los alumnos para preparar a fondo las temidas pruebas. Por ello, ayer comenzó un horario especial para facilitar el estudio en las instalaciones de la Biblioteca General y la de las Facultades de Económicas, Ciencias y Medicina, así como en el aulario Gerald Brenan.
Casi 5.000 puestos de lectura son los que están disponibles en las catorce bibliotecas de la Universidad de Málaga. Además, los alumnos que necesiten usar el ordenador para completar sus conocimientos dispondrán de unas 400 unidades de uso público.
Esta etapa de hincar codos choca con las excelentes temperaturas diurnas, que particularmente no son buenas compañeras de estudio. Por ello, la más noctámbula es la Biblioteca General de la UMA, que abrirá todos los días hasta las siete de la mañana del día siguiente y pondrá a disposición de los estudiantes sus 585 puestos de estudio disponibles.
Ya ayer, el Campus de Teatinos vivía un trasiego incesante de personas que acudían a estas instalaciones. La mayoría destacaba la buena calidad de las instalaciones, el silencio reinante y el buen ambiente de estudio que se respira.
Es el caso de Concepción Pascual, una joven de 23 años que ha decidido dar un “cambio radical a su vida” y ha decidido estudiar un ciclo formativo superior de Buceo. Para ello, necesita realizar un examen de acceso y la nota de corte está en 8,5. “Si no hubiera bibliotecas no estudiaría. Aquí me concentro mucho y es muy motivador levantar la vista y ver a todo el mundo estudiando. Da mucha fuerza”, comenta esta estudiante que pasa los días enteros en la General.
Muchos de ellos siguen aún compaginando las clases con las horas de estudio, un récord de horas con túper de comida incluido y que calientan en el microondas de la biblioteca. Javier Sepúlveda es estudiante de Criminología y aseguró que cuando corten las clases estará allí “todo el día”. Otros prefieren la noche, como el estudiante de Historia Antonio Rodríguez, quien se concentra “mejor” bajo la luz de la luna.
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