Ayer la Diputación de Jaén escenificó a través de la reunión de la Comisión de Diputaciones, Cabildos y Consejos Insulares de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que preside el jienense Francisco Reyes, el apoyo a los entes supramunicipales como administraciones fundamentales para el desarrollo del mundo rural de nuestro país, algo que se ha puesto en tela de juicio desde hace algunos años. Es curioso que tras la crisis (si es que ha terminado) la única dieta que se apunta para la estructura administrativa en el país es precisamente la supresión de las diputaciones, mientras continúan campando a sus anchas cientos de consejos consultivos, empresas semipúblicas y otros chiringuitos. Y lo que es peor, quieren hacernos comulgar con ruedas de molino con informes como el que esta semana presentó la Fundación “¿Hay Derecho?” en el que se hartaba de acusar a las diputaciones de “nepotismo, despilfarro o corrupción”, apuntando a las Comunidades Autónomas y sus delegaciones como sustitutas. Hombre, si en algún sitio ha sufrido este país la corrupción de forma más palmaria ha sido precisamente en las administraciones regionales y estatales. Hoy por hoy, quien mejor puede prestar los servicios a los municipios de menos de 20.000 habitantes son las diputaciones, por muchos cuentos que nos quieran contar.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
