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Una vez más, se celebrarán elecciones en nuestro país sin que haya habido un proceso de elección primario e interno en los partidos, especialmente en el Partido Popular. Tan solo una esperanza tenemos, ante el anuncio de Rajoy donde ha prometido que las primarias será una cuestión a debatir en el próximo Congreso, que ya nadie sabe cuándo será y que debería haber sido en febrero del año pasado. Y también ha dicho que el modelo actual de elección de compromisarios es "perfectamente democrático”. Bueno jefe, si así fuera, los militantes elegirían a sus compromisarios en votaciones internas sin tapujos, todo lo contrario a lo que ahora ocurre. Las estructuras locales se encargan de consensuar previamente dichos compromisarios. Y si hay militantes descontentos y se fuerza una votación, esos descontentos, consensuadamente, no salen de compromisarios. Las estructuras locales están dirigidas normalmente por concejales o diputados que deben su puesto y lealtad al jefe local, el cual, con toda probabilidad, a su vez debe su cargo al líder provincial y así sucesivamente. A veces y para evitar cualquier género de duda están los que prefieren designarse a sí mismo candidato, en lugar de escuchar el clamor de su partido. Este es el sistema democrático hasta ahora empleado en el PP. En otros peor aún.


Ya hay muchas voces dentro del partido, aunque no lo digan en público, faltaría más, que piden que se haga algo parecido a unas primarias y que la elección del candidato/a no sea siempre a dedo. En julio del 2015, el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, presentó una ponencia sobre regeneración. Uno de los puntos era la elección directa de los candidatos. Un Congreso abierto, donde todos los militantes pudieran votar, no solo los compromisarios. Todos los dirigentes del PP en sus declaraciones públicas hablan que los militantes deben ser los protagonistas del Partido. Nada más lejos de la realidad. Tan sólo se nos requiere cada cuatro años, ahora cuatro meses, para echar una mano en la campaña electoral, repartir folletos, hacer de interventor o apoderado 10 o 12 horas y poco más.


En mis últimos artículos aventuraba que la repetición de las elecciones era inevitable. Y así ha sido. Más vale volver a las urnas que embarcarnos en un mal gobierno, débil, dividido y sin un programa coherente. Vamos a votar una segunda vez, y el gobierno que salga de estas elecciones no estará formado por un pacto de izquierdas, PSOE-Podemos-IU. Si PP y Ciudadanos alcanzan conjuntamente la mayoría absoluta, ese será el gobierno. Si no es así, gobernará el PP con la abstención del PSOE, con o sin Ciudadanos como tercera pata.

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