Igual que muchos decimos la frase “el hábito hace al monje”, muchos dirán que “la capacidad de memorizar hace al estudiante”. Es curioso que de las seis acepciones dadas a la palabra “estudiar” por el diccionario de la Real Academia Española, solo la tercera hace referencia a “aprender, fijando en la memoria”, mientras que la primera y principal dice: “ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender algo”. Pues bien, al sitio al que los niños y niñas acuden para “estudiar” lo denominamos “escuela”.
La palabra escuela viene de una palabra griega que significaba descanso (vacación, tiempo libre, ocio, paz y tranquilidad), a la que corresponde el verbo estar ocioso (desocupado, tener tiempo para, estar libre de algo, dedicar y consagrar tiempo a algo).
Así pues, para los griegos la escuela era un lugar en el que las personas, libres de las preocupaciones y urgencias de la vida, tenían tiempo para formarse y cultivarse, dedicándose a lo que les gustaba y a humanizarse.
En cuanto a la palabra "estudiar", viene de un sustantivo latino que significaba empeño (afición y afán de aprender), por lo que en latín hablar de estudiar algo sin gusto, o como una condena, era algo contradictorio e imposible, hasta el punto de que para decir que había que hacer algo a la fuerza, se decía “non studio, sed oficio”, que se traduciría algo así como: “no me importa, pero lo hago”.
El verbo estudiar en latín (studeo) significaba dedicarse libre y gustosamente a algo, con afán y empeño, poniendo el alma. Estudiar exige esfuerzo, aunque no sea un trabajo, y por tanto requiere disciplina, un sustantivo que procede del verbo aprender en latín (disceo), y que además de significar formación e instrucción, también significa conocimiento, ciencia y arte.
No puede negarse que la disciplina y el esfuerzo son aspectos fundamentales para la formación y adquisición de conocimiento de nuestros niños y niñas, pero también es muy importante conseguir que se sientan atraídos por el estudio.
Esto sería más fácil si la escuela ofreciese un entorno en el cual los niños y niñas disfrutasen y se encontrasen a gusto. Al parecer, existen temas en los cuales hemos perdido lo que ya disfrutaron los Griegos y los Romanos.
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