Cuando todo parecía que comenzaba a arreglarse y que los jienenses al fin podrían disfrutar en un prudente espacio de tiempo del tranvía como medio de transporte (sufriendo solo parcialmente el deficitario autobús), la esperanza se disipa mes a mes. El anuncio en noviembre de que la Junta de Andalucía asumiría parte del coste de explotación del sistema tranviario y de la creación de una comisión que trazara la hoja de ruta para su puesta en marcha se ha dado de bruces nuevamente con la apatía administrativa. Tras la primera reunión de la comisión creada, que lo hizo con meses de retraso, ya está fijada en el calendario para la próxima semana la segunda cita, pero de lo que se dijo que se haría tras la primera, poco o nada se ha hecho. Toda una paradoja para una infraestructura que se hizo en tiempo récord, que costó 120 millones de euros, la mayor inversión que ha conocido nunca la ciudad, y cuya puesta en marcha aún se fía para muy largo tiempo. La verdad es que sigue habiendo menos voluntad que dinero y sobre todo, algunos problemas, como el del servicio de autobuses y su pacífica convivencia, que nadie quiere afrontar, amén del dinero que se destina a otros servicios, prioridad absoluta para el equipo de gobierno, a costa del tranvía.
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