En general, los españoles no han mostrado mucho interés en las sucesivas citas a las que han sido convocados para elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo y nada hace prever que esta tendencia cambie el domingo.
Hay quien augura que el 7-J se superará el récord de la abstención, que hasta hoy ostenta la última convocatoria electoral de junio de 2004, cuando un 54,86% de los ciudadanos llamados a las urnas decidieron quedarse en casa. No es más optimista el Gobierno, que considera que un 45% de participación sería un éxito.
Si en general los españoles acuden poco a las urnas, cuando se analiza la abstención por comunidades autónomas se descubre que los más apáticos son los gallegos y los insulares, aunque en alguna convocatoria tampoco se han quedado atrás los catalanes.
Fue en los primeros comicios (1987), y quizás por la novedad y por la coincidencia con las elecciones autonómicas y locales, cuando los españoles acudieron mayoritariamente a los colegios electorales para elegir por vez primera a sus eurodiputados. Casi siete de cada diez ciudadanos ejercieron su derecho a voto.
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