Andalucía

2020, tan cerca pero tan lejos...

Andalucía está por ahora muy lejos de cumplir con los grandes objetivos que fijó Bruselas para el final de esta década. La comunidad suspende en índice de desempleo, fracaso escolar, inversión en I+D o lucha contra la pobreza. Sólo saca nota en el recurso a las energías renovables.

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  • La inversión en I+D, clave -

Hace ahora seis años, en marzo de 2010, el aún presidente de la Comisión Europea Jose Manuel Durao Barroso desgranaba en Bruselas el ambicioso proyecto con el que la Europa de los por entonces 27 (luego se sumaría Croacia) pretendía reactivar su ya maltrecha economía y rediseñar su tejido productivo y social. Quedaba todavía por atravesar el tramo más oscuro de la crisis, pero la Agenda 2020 marcaba la senda para que los estados miembros, y en el caso de  España también las comunidades autónomas, hicieran sus particulares deberes con la vista puesta en el final de esta década. Según el vaticinio del portugués, la recompensa si se aplicaban esas recetas sería “crear más empleo y lograr una vida mejor”.

Atravesado el ecuador del plazo que la UE se otorgó a sí misma y con el horizonte de 2020 a menos ya del cuatrienio, a Andalucía se le están atragantando esas metas. Cierto que la Junta ha impulsado en los últimos años decenas de planes, que la recesión ha golpeado a la región como al resto del país y que como furgón de cola europeo le cuesta seguir el ritmo, pero a día de hoy es casi una utopía que cierre la década como alumno aventajado de los 28.

De los cinco grandes objetivos de la Agenda 2020, el primero es casi una pesadilla por estas tierras. El documento marca como prioridad que el 75% de la población de entre 20 y 64 años tenga un empleo estable. La propia presidenta de la Junta asumió el pasado jueves, en el debate sobre política general, que el índice de paro de la comunidad es “insoportable”. La EPA del tercer trimestre de 2015, la última disponible, sitúa la tasa de empleo en Andalucía bordeando el 59%, casi 16 puntos por detrás de lo que recomienda Bruselas y bajo el listón aún del 62% de 2007, cuando la crisis no había asomado aún sus tentáculos.

El segundo indicador fijado como objetivo tampoco es alentador. En su afán por responder a los nuevos retos de la globalización, la UE estimó como imprescindible que en 2020 cada territorio destinase a Investigación y Desarrollo al menos el 3% de su PIB. La comunidad vuelve a estar  a años luz de ese reto. Según la propia estadística oficial de la Junta, al cierre de 2014 (el último dato que ofrece) Andalucía sólo invertía en I+D un 1,02% de sus recursos, apenas un tercio de lo ahora exigible. El dato ha ido, además, decreciendo desde 2009, cuando llegó a tocar techo con un 1,15%. Como consuelo, la media nacional no es que sea mucho más alta (1,20%) y la europea tampoco alcanza el promedio estimado (2,03%). Segundo suspenso andaluz.

El tercer gran pilar de la Agenda 2020 intenta combatir el fracaso escolar asumiendo que la formación es pieza esencial en la pretendida transformación social y económica. El abandono escolar temprano, advertía ya en 2010 la UE, no debería superar por ello el 10%. En Andalucía, también al cierre de 2014, era de un gigantesco 27,7%, por encima de la media nacional (21,9%) y casi el triple del promedio europeo (11%). En la República Checa o en Polonia no llega ni al 6%. Vuelve a quedar camino que recorrer  también en la otra recomendación: que al menos el 40% de la población de 30-34 años cuente con estudios superiores, algo que en Andalucía sólo cumple el 32%.

La crisis ha zarandeado con virulencia el cuarto gran objetivo, el de reducir en un 25% el número de hogares y ciudadanos obligados a vivir por debajo de los umbrales de pobreza. El indicador de la región no sólo no ha menguado  sino que se ha disparado 10 puntos en una década hasta cerrar 2014 en el 33,7%, en línea con la media nacional. La recuperación económica parece invertir la tendencia, aunque con lentitud.

El único aprobado para Andalucía llega en el consumo energético. El recurso a las fuentes renovables (cerca del 20% del total) mejora incluso la media de los 28 (17%).

Una catarata de planes ¿y resultados?

La Junta de Andalucía se tomó en su día en serio las recomendaciones de Bruselas, en buena medida porque está obligada a hacerlo y también, no hay que olvidarlo, porque de su cumplimiento dependen partidas millonarias en ayudas y subvenciones. Ejemplo de esa reacción son el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI) 2020, la Agenda por el Empleo incluida en el Plan Económico 2014-20, o los recientes planes para la Internacionalización de la Economía Andaluza o contra el Cambio Climático. ¿Los resultados..? El futuro dirá.

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