Málaga

El local de la ONG Corazones Malagueños se queda pequeño para el reparto de comida

Lo que empezó siendo una iniciativa solidaria para dar algo de cena a quienes duermen al raso en Málaga, se ha convertido, en apenas tres años, en un latido que necesita más espacio. A los Corazones Malagueños se les ha quedado pequeño el local donde reparten más de 400 bocadillos con una sonrisa.

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 “Necesitamos un local más grande, hemos pedido ayuda al Ayuntamiento de Málaga pero nos han contestado que hay muchas asociaciones que quieren uno y nos han puesto en lista de espera”, aseguró Elena Jiménez, la presidenta de esta ONG que en diciembre pasado repartió la friolera de 12.667 bocadillos. El 60 por ciento de los usuarios que atienden en este enclave, “por el que pagamos 400 euros de alquiler”, son familias con menores por lo que “la leche es una de las prioridades, recogimos mucha en Navidad pero está a punto de acabarse”, precisó. El resto, son personas que están solas, “que duermen en la calle, en albergues o son okupas”.

Los alimentos llegan de la mano de vecinos y empresarios solidarios, los propios voluntarios y donaciones que dan buena fe del altruismo del que siempre presume Málaga. En 2015 apenas recibieron 1.700 euros de ayuda municipal, “que nos llegó para el pan de un mes”, apuntaron.

Alquiler, pan o luz engordan los gastos mensuales de este proyecto solidario en el que los voluntarios se han convertido en una verdadera familia para quienes peor lo están pasando. La entereza de Marisol Nuño, que acude fiel a su cita cada viernes, reconforta el ambiente, mientras a las puertas se empiezan a agolpar los primeros de la cola. Ella es uno de los 80 voluntarios que hacen posible los Corazones. “Me trajo una amiga, me apunté y me quedé, esto engancha, sólo tienes que ver a los compañeros, aquí todo se hace para los que están en la calle, es algo más que hacerles un bocadillo”, nos cuenta. Sin dejar de lado el que prepara en sus manos con esmero, Marisol se emociona recordando alguna que otra historia que la ha hecho llorar, de vuelta a casa.

Aunque la dura realidad la ha vuelto más fuerte, según nos admite. “Ya no es sólo voluntariado, ahora verás que esto es un trato no de familia, pero casi”, invita. Acompasados, el resto de voluntarios continúa a lo suyo, sincronizados para que nada falle. Pasan las cinco y media pero el tiempo corre para tener todo listo cuando la persiana se suba. “Cuando los ves diariamente, semana tras semana, es duro, no es sólo darles un bocadillo o colacao, sino dignidad y decirles adiós sabiendo que mañana también tienen que venir”, apuntó.

“Cada vez viene más gente en busca de ayuda, las quejas porque hagan cola en la plaza son minoritarias,  pero con un espacio más grande todo sería más fácil”, incidió la presidenta, que apuntó a la posibilidad de ofrecer comida caliente si contaran con unas instalaciones más espaciosas. De momento, una vez a la semana entregan a las familias lotes con productos básicos y aquí no se niega a nadie algo de alimento cuando llaman a la puerta. “Agradecemos que el Ayuntamiento reconozca nuestra labor, pero eso no nos soluciona nada, sí lo harían unas instalaciones dignas, los usuarios se merecen más de lo que están pasando, que no sólo les demos alimentos”, apuntó Rafael Benítez, otro de los voluntarios.

Aunque admiten que la mejor solución sería un espacio público, allí donde el Ayuntamiento crea conveniente, la mano de un empresario solidario sería el gran milagro para ellos. ¿Quizás eres tú? Llama a los Corazones Malagueños al 648 04 33 12. n

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