Andalucía

“Nadie te avisa de lo que supone ser madre a los 40”

Desde que se tienen registros en Andalucía, la edad media de maternidad no ha hecho más aumentar: de los 29 años de 1975 a los más de 31 de 2014. El número medio de hijos por madre en la provincia de Cádiz fue de 1,36 hijos en 2014: ¿está fallando algo?

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“La culpa es del modelo de sociedad, que prioriza la carrera profesional y el ocio, y que te vende la imagen de que ser madre a los 40 no conlleva ningún problema, cuando la verdad es que hoy las mujeres a los cuarenta están estupendas, pero tu reloj biológico tiene la edad que tiene”. Lo dice Anabel, de 40 años, que acaba de ser madre de gemelos hace un mes. Pero puede ser el retrato de cualquier mujer, porque hoy es cada vez más normal que las mujeres pospongan su maternidad hasta pasados los 35 años.
El motivo que subyace a esta maternidad cada vez más tardía “parece siempre una motivación personal, pero la verdad es que la sociedad te obliga”. La entrada de la mujer en el mercado laboral remunerado, el acceso de la mujer a los estudios universitarios, la dificultad de acceso a un puesto de trabajo, las escasas medidas de conciliación, el alto precio de la vivienda y el hecho de que “ahora somos más hedonistas que en la generación de nuestros padres”, hace que cada vez sea menos marginal acudir a clínicas de reproducción asistida para lograr la maternidad.
“Mi película es la misma que cualquier otra”,  se limita a reconocer sin dramatismos Anabel, que acudió hace tres años a la clínica sevillana de Ginemed con el objetivo de ser madre. Y no se equivoca: la edad media a la que las mujeres tienen su primer hijo en la provincia de Cádiz fue, en 2014, de 31,36 años. En el conjunto de Andalucía, de 31,29. Puede parecer una edad razonable. Pero la evolución que ha seguido este indicador desde 1975 es alarmante, según los datos facilitados por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) Se observa una tendencia ascendente: las mujeres son madres cada vez más tarde. En 1975, la edad media de las madres en la provincia era de 29,9 años. Entre 1980 y 1992, se registró una bajada de la edad de las madres primerizas (ninguna de las edades medias comprendidas en esos años superó los 29 años). Pero de 1992 en adelante, la curva de edad continua creciendo. Entre 1993 y 1998 se pasa de los 28 a los 29. Y ya en la primera década del siglo XXI, las madres empiezan a parir a partir de los 30.
A ello se suma el número medio de hijos por mujer. En 1975, las mujeres en la provincia de Cádiz tenían una media de 3,55 hijos, por encima de la media andaluza (que era entonces de 3,13 hijos), y desde ahí el descenso ha sido imparable, hasta situarse en los 1,36 hijos de 2014, por debajo de la media de nuestra comunidad autónoma, que hoy es de 1,39 hijos.
Entonces, el relevo generacional (un mínimo de dos hijos para “sustituir” a los progenitores cuando estos mueran y que el crecimiento poblacional sea nulo)estaba más que garantizado. Una media de 3,55 era seguro de un crecimiento vegetativo de la población positivo. Pero hoy, la realidad es bien distinta: al no garantizarse el relevo generacional, la provincia, Andalucía, el conjunto de España y de los llamados países occidentales del primer mundo están abocados a un crecimiento vegetativo negativo. Perdemos población.
Si nacen menos niños, en 20 años, habrá menos población activa que, con sus nóminas, contribuyan a pagar las pensiones de los jubilados del futuro, los trabajadores de ahora. Y  esa  es la consecuencia más alarmante del retraso galopante de la maternidad. Para un futuro no muy lejano, el panorama no es ni mucho menos halagüeño: la sosteniblidad del sistema público de pensiones está comprometida. Las alarmas ya saltaron hace escasos cuatro años, cuando con la última reforma laboral ejecutada por el Gobierno central, se decidió mitigar en cierta medida el problema del futuro de las pensiones, subiendo la edad de jubilación desde los 65 años hasta los 67.
Pero la realidad que esconden los casos de las mujeres como Anabel es que urge tomarse en serio la conciliación.La historia de Anabel es la de que el trabajo, la proyección profesional tal y como se entiende hoy día es el enemigo número uno de la maternidad.

Tratamiento: 9.000 euros
“Sabes por cuanto empieza, pero no por cuánto acabas”, explica Anabel, y compara el proceso de tratamientos de fertilidad con “una obra. Dices: ‘bueno, pues ya que estoy...’. En mi caso, el tratamiento salió por un total de 9.000 euros, entre los tratamientos hormonales (que pueden costar 800 euros, para una sola semana de tratamiento), las punciones ováricas para obtener uno de mis óvulos, la fecundación in vitro con semen de un donante...” Anabel describe así el proceso que hoy le ha dado a sus dos hijos, un niño y una niña, gemelos, que nacieron el 30 de diciembre de 2015. “Estoy contenta, claro que sí. Pero el impacto físico del proceso es brutal: te hinchas por las hormonas, tuve un aborto, el embarazo fue de alto riesgo en todo momento... En mi caso no tuvo demasiado impacto emocional por mi forma de ser, pero he conocido a mujeres que se quedan verdaderamente destrozadas después de todo el proceso”.
La reproducción asisitida es un lujo al que no todas las mujeres pueden acceder, y ese es otro de los motivos que explican la disminución del número medio de hijos por mujer.
Eso, y un cambio de mentalidad patente: “yo antepuse mi carrera y el ocio. Cuando me licencié de Ciencias Ambientales, me centré en buscar un trabajo, y entonces te centras en buscar una estabilidad laboral y económica. Cuando te dan un año de contrato no se te ocurre quedarte embarazada”. Cuando Anabel consiguió todo eso, “empecé a viajar, y después dediqué cinco años más a comprarme un piso”. La perspectiva hoy le ha hecho darse de cuenta de que “tal vez no era tan importante tener un piso en propiedad. Perdí cinco años, y cuando me puse a querer quedarme enbaraza ya tenía 37 años, y no fue inmediato. Tuve un aborto y por fin a los 40 conseguió tener a sus dos hijos, algo que, por cierto, no recomienda a una mujer que tenga hijo sola.
Nadie está en posesión del don de dar marcha atrás al tiempo, pero sí de la perspectiva: “si volviera a empezar, tendría hijos antes. Con la edad todo se complica. Y la verdad es que entre que acabas la carrera y cumples los 40, hay margen de mucho. No se trata de acabar la carrera, casarse y tener niños, pero tampoco creo que se deba posponer tanto ”.
El justo medio, que parece el don necesario en una sociedad que camina hacia modelos múltiples de familia (familias monoparentales, parejas homosexuales o heterosexuales),  Y en todas ellas la ecuación se reduce a una variable: concialiación para dejar ser madre/padre a quienes quieran serlo, sin que el trabajo sea un obstáculo.

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