Bruselas, que desde los atentados del 13 de noviembre en París es señalada como refugio del yihadismo europeo y objetivo potencial de ataques terroristas, teme el impacto económico a largo plazo de esa mala fama, algo que ha llevado a preparar una amplia campaña para mejorar su imagen internacional.
Mucho está en juego para una ciudad que, como capital europea, acoge cada año numerosas reuniones de jefes de Estado y Gobierno de los Veintiocho y es la sede permanente de las instituciones comunitarias.
Según la Federación de Empresas de Bélgica (FEP), el drástico "bloqueo" decretado en Bruselas entre los pasados 21 y 24 de noviembre, cuando se produjo el cierre del metro, centros comerciales, museos y escuelas por amenaza terrorista "grave e inminente", costó a Bélgica 350 millones de euros, el 0,1 % de su Producto Interior Bruto (PIB) en el último trimestre de 2015.
Para la capital belga, el coste fue de 185 millones de euros, y afectó sobre todo a los sectores del transporte, la hostelería y la restauración.
La Cámara de Comercio y Unión de Empresas de Bruselas (Beci) reconoce que se ha producido una caída del turismo en la capital belga en los últimos meses y que hace falta un "plan de choque" para relanzar la imagen de la ciudad, explica a Efe su portavoz, Xavier Dehan.
"Necesitamos una campaña internacional, porque está en juego la marca Bruselas", añade Dehan.
La Beci admite además que la amenaza terrorista "puede perdurar", y cree que "hay que adaptarse a la situación y aprender a convivir con ella, tomando las medidas necesarias, como se ha hecho antes en otras ciudades, como París, Londres, Madrid o Tel Aviv".
Según distintos estudios, explica Dehan, como regla general hacen falta "al menos tres meses" para que una ciudad que ha sufrido un atentado "vuelva a la normalidad".
En el caso de Bruselas, donde "de momento no se ha producido ningún atentado", la Beci confía en que la vuelta a la normalidad de la actividad comercial tenga lugar "alrededor de marzo".
Las tres agencias regionales de turismo (de Bruselas, Valonia y Flandes) trabajan en una campaña internacional, a la que solo la región de Bruselas tiene previsto destinar cientos de miles de euros.
La oficina de Bruselas ("Visit Brussels") ya dio el primer paso entre el 7 y el 11 de enero, con una original iniciativa, acogida en los medios belgas con cierto escepticismo en un primer momento, pero que parece haber dado buenos resultados.
La acción #CallBrussels, a la que se destinaron 500.000 euros, consistió en colocar tres cabinas telefónicas en tres puntos emblemáticos de Bruselas para que los transeúntes respondieran a las preguntas y preocupaciones de potenciales visitantes y les convencieran de que visitar la ciudad sigue siendo una buena opción.
Las cabinas estaban colocadas en el monte de las Artes, cercano al museo de los instrumentos Old England; en la plaza Flagey, en el distrito de Ixelles, y en la plaza comunal de Molenbeek, el barrio donde la policía federal belga ha realizado más registros tras los atentados de París en busca de sospechosos terroristas.
Un animador disfrazado de Pitufo invitaba a la gente que pasaba junto a las cabinas a descolgar el teléfono cada vez que este sonaba.
Lo ocurrido era filmado y difundido en directo por internet.
En los cinco días que duró la acción, se recibieron 12.688 llamadas y se produjeron curiosas conversaciones entre quienes descolgaron el teléfono (belgas y muchos europeos instalados en Bruselas) y ciudadanos de 154 países, desde vecinos de Bélgica hasta de Estados Unidos, Japón, Brasil o Australia.
La oficina de Turismo de Bruselas asegura que se cumplieron las expectativas planteadas.
Mañana lunes tendrá lugar el lanzamiento de la segunda parte de esta campaña de promoción, según adelantó a Efe Martha Meeze, de Visit Brussels.
Desde la Beci confían en que esta iniciativa, y otras programadas a nivel regional y federal, sirvan para convencer a los extranjeros de que Bruselas es una ciudad segura.
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