Notas de un lector

Dos poemarios con premio

Ven la luz las últimas obras poéticas de Francisco Álvarez Velasco y María Helena Higueruelo

Desde que en 1979, Francisco Álvarez Velasco editase “Tiempo de maldición”, su obra lírica ha mantenido una coherente trayectoria. Ahora, con el aval del XXXI premio “Jaén” de poesía por su libro “GregorSamsa frente a la ventana” (Hiperión. Madrid, 2015), nos devuelve la oportunidad de adentrarnos en su verbo madurado y personalísimo.
Junto a la emocionada verdad de la que nacen estos versos, el poeta leonés escribe sobre la distancia que pulsa el corazón, el ayer, incluso el silencio. En su íntimo itinerario, quiere medir con la exactitud de su decir el tiempo que va dibujando los cambios que modelan la propia identidad; “Conocí la ternura y el miedo/ a la hora del milano/ en el ala ahuecada y temblorosa/ de las gallinas;/ a la hora del trueno,/ en el cirio encendido por mi madre”.
En este desahogo íntimo, hay, a su vez, un tono común de nostalgia,  que se complementa con un pronunciado eco al par de los paisajes y protagonistas que han sostenido su existencia. Su palabra se desnuda y se alinea sobre una realidad que conforma un calidoscopio que alcanza los límites de un amor certero y memorialístico: “Por tus hombros la noche,/ por tus hombros la vida,/ donde una brisa amable/ baila por las esquinas./ Y en los labios, el fuego;/ y una lámpara viva/ de aceite por tus ojos/ que hasta el alba me guían”.
Un libro, al cabo, de mensaje multiforme y cómplice, en donde los poemas se tornan extensibles, de materia moldeable, “que el viento mueve y esparce”, y que se derraman plenos de verdad por entre sus páginas.

Con "El agua y la sed", María Helena Higueruelo obtuvo el pasado mes de septiembre el XVIII premio de poesía joven "Antonio Carvajal". Esta jienense del 94, estudiante de Grado en Matemáticas en la Universidad de Granada, da a la luz su primer poemario (Hiperión. Madrid, 2015).
Con un verso fresco, directo, ofrece al lector un mapa actualizado de los temas que abrazan su realidad: "Dolería menos el tiempo,/ quiero pensar,/ si al pasar dejase algo/ en las manos y no esto:/ desorden, destrucción y montones/ de escombros y pedazos del castillo/ que con ahínco y tesón levantamos,/ con los ojos puestos en el futuro/ a lo largo de los días en el aire".
Dividido en cuatro apartados, "La resaca", "Los ríos secos", "Gotas (Notas y apuntes)" y "Los canales (De la rayuela al ajedrez)", el volumen va trazando pinceladas de amatoria ausencia que sirven como hilo conductor del mismo. El yo poético se afana en memorar un tiempo donde la dicha fluía lenta y sostenida y los espacios comunes miraban en una misma dirección: "Recuerda bien que un día/ nuestras manos fueron una/ -un solo par intentando/ coger juntas el mundo-/
Y desde entonces aún viven/ tiempo después, aún separadas,/ hoy las mías en las tuyas"
La poetisa jienense reflexiona también sobre otros aspectos que son propios del acontecer humano, y así, el futuro, el olvido, la  soledad, el dolor, la muerte..., van ganando su sitio en estas páginas, donde late la vida desde una perspectiva serena: "El mundo es una jaula: escapar/ no es más que cambiar de rincón./ El mundo es una jaula, en la cual/ curiosamente no nos retienen/ los barrotes, sino el vacío".

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