Tres de los cuatro acusados en el juicio que se ha seguido en la Audiencia Nacional por el plan de frustrado de derribar con un lanzamisiles el avión del expresidente del Gobierno José María Aznar han negado su pertenencia a la organización terrorista ETA y solo uno de ellos, Luis Ignacio Iruretagoyena Lanz, alias 'Suny', ha admitido su militancia aunque se ha desvinculado de este atentado, que se intentó cometer en tres ocasiones durante la campaña de las elecciones vascas de 2001.
Tanto Iruretagoyena, considerado el máximo experto en explosivos de la banda terrorista cuando fue detenido en Cahors (Francia) en septiembre de 2007, como los otros tres acusados --Pedro María Olano, Gregorio Jiménez Morales y Juan María Múgica Dorronsoro-- se han negado a contestar a las preguntas del teniente fiscal, Jesús Alonso, y han respondido únicamente a sus defensas.
"Yo no tengo nada que hablar con el señor fiscal", ha dicho Iruretagoyena Lanz, que ha reconocido su militancia en ETA desde el año 1974 aunque ha añadido que no conocía a los otros acusados ni desarrolló nunca ninguna actividad junto a ellos en la organización terrorista.
También ha asegurado que difícilmente pudo participar en el transporte de un lanzamisiles o de cualquier tipo de explosivos porque perdió la mano izquierda en 1983. "Me extraña mucho porque no puedo manejar ni una escopeta de caza", ha dicho.
Al término del juicio, que ha quedado visto para sentencia, el representante del Ministerio Público he elevado a definitiva su petición de penas de 72 años para el etarra y de 71 para los otros tres acusados, a los que considera "coautores o cooperadores necesarios" del atentado al haber llevado a cabo el traslado del material que se pretendía utilizar para derribar el avión presidencial.
RISAS ANTE EL TRIBUNAL
Olano, por su parte, ha dicho que nunca ha formado parte de ETA y ha alegado que la declaración ante la Guardia Civil en la que detalló el plan de la banda terrorista fue realizada bajo "torturas psicológicas y físicas". "Me gritaban, me pegaban en la cabeza y me obligaban a hacer flexiones hasta que caía en el suelo", ha asegurado.
Gregorio Jiménez también ha negado las acusaciones del Ministerio Fiscal y ha indicado que "nunca" ha tenido ninguna relación con la banda terrorista. Sobre su estancia en Francia, ha dicho que se mudó porque la empresa en la que estaba empleado "no iba bien" y comenzó a trabajar en "una empresa de transporte de pescado vivo".
Múgica Dorronsoro también se ha desvinculado de este atentado y ha asegurado que, como mucho, ha estado "cuatro veces en Tolosa (localidad en la que se encontró el zulo presuntamente utilizado por los etarras), en los carnavales que son muy famosos y en algún día de mercado". Al ser preguntado si alguna vez ha estado integrado en ETA, ha formado parte de algún 'comando' o ha fabricado zulos, ha dejado escapar varias risas irónicas. "¡Qué va, qué va!", ha contestado.
También ha negado que se refugiara en Francia por su militancia en ETA y ha dicho que se fue a vivir allí en 2007 porque tuvo "problemas familiares" con su esposa y quería hacer su "vida". Según sus explicaciones, se unió a una cooperativa de horticultura biológica y, utilizando su nombre, alquiló una vivienda, abrió una cuenta bancaria y compró una furgoneta con su correspondiente seguro. "Yo no estaba escondido, estaba trabajando", ha recalcado.
De igual modo, ha rechazado ser el autor de una nota manuscrita supuestamente dirigida a su hija Irati, a la que llama 'Pitusa', en la que le confesaba su integración en un 'talde' con una persona que tuvo "un problema" en Lizarra (Navarra). La Guardia Civil cree que hubo un error tipográfico e identifica a esta persona con Pedro María Olano, condenado a dos años de cárcel por amenazar a la alcaldesa de Lizartza, Regina Otaola (PP). "Yo no sé escribir a máquina ni utilizar el ordenador y jamás he llamado a mi hija 'Pitusa'", ha alegado Múgica.
"POSIBILIDADES DE SUPERVIVENCIA NULAS"
Durante el juicio también han declarado como peritos varios especialistas en explosivos que han destacado la procedencia soviética de dos misiles que fueron incautados el 3 de octubre de 2004 a la cúpula de la banda, formada por Mikel Albisu, alias 'Mikel Antza', y María Soledad Iparraguirre, 'Anboto'.
"Con el disparo de un misil, las posibilidades de supervivencia de la nave son prácticamente nulas", ha dicho uno de los expertos, que ha señalado, no obstante, que ninguno de los misiles que fueron incautados se encontraba "operativo".
En su informe de conclusiones definitivo, el fiscal ha pedido una sentencia condenatoria a partir de la declaración efectuada por Olano, que ha sido corroborada por los registros que se realizaron en "los puntos de recogida del material", en referencia a dos zulos situados en el camino de Asteasu a Orio y en el paraje de Aldaba Txiki, en Tolosa, y una vivienda en la calle Nagusia de Lizartza (Guipúzcoa).
También ha dado validez a la nota de Múgica para considerar acreditado que Iruretagoyena Lanz era el responsable del 'talde' que intentó atentar contra el exjefe del Ejecutivo, si bien la acción se frustró por el mal funcionamiento del lanzamisiles que los etarras tenían previsto utilizar. "Los misiles no se los ha inventado el acusado, estaban allí", ha destacado.
Las defensas, por su parte, han denunciado las "torturas" supuestamente sufridas por Olano y han defendido que los investigadores fabricaron la causa a partir del hallazgo de los misiles a ETA y de una entrevista publicada el 25 de mayo de 2009 en el diario 'Gara' en la que los etarras 'Argi' y 'Gaubeko' señalaban que los misiles "fueron activados en tres intentos de atentado contra José María Aznar cuando era presidente del Estado español". "La Guardia Civil tenía la información y no tenía a los culpables", ha dicho el letrado Aiert Larrarte.
TRES INTENTOS DE ATENTADO
El 29 de abril de 2001, según el Ministerio Público, los acusados depositaron el lanzamisiles en un paraje montañoso de Hernani (Guipúzcoa), coincidiendo con una visita de Aznar al Palacio Euskalduna de Bilbao para el acto de apertura de la campaña electoral. Al no haber sido utilizado por el "comando armado" que debía recogerlo, volvieron a ocultar el arma en una vivienda de Lizartza.
El segundo intento tuvo lugar en Oiartzun (Guipúzcoa) con la intención de aprovechar la presencia del presidente en el aeropuerto de Fuenterrabía, donde se desplazó en avión para participar en un mitin el 4 de mayo en el Kursaal de San Sebastián.
La última de las entregas se realizó cerca de Vitoria, con la finalidad de aprovechar la asistencia el día 11 del lider del PP en un acto en el polideportivo Sansomendi. Tras ello, los acusados verificaron que el atentado no se perpetró debido al mal funcionamiento del lanzamisiles y decidieron devolverlo a ETA en Francia en la Semana Santa de 2002.
Antes de la caída de la cúpula de ETA se intervino a la organización una carta titulada 'Orratza' en la que la dirección confesaba su intención de atentar contra el Rey, el presidente del Gobierno y ministros y detallaba los aviones que solían utilizar.
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