Con más de medio año de retraso por unas obras intermitentes, Jaén recuperó el parque más antiguo de la ciudad: La Alameda, que ahora pasa a llamarse de Adolfo Suárez y que está dedicada a la Divina Pastora. Manteniendo el diseño original, en el que se sigue respetando el trazado del paseo de carruajes del siglo XVI, la intervención del arquitecto Miguel Ángel Berges es brillante, más allá de algunos detalles muy criticados en las últimas semanas como los bancos que se han instalado. No obstante, La Alameda se convierte, tal y como se anunció, en un espacio mucho más abierto, peatonal y que recupera algunos rincones olvidados y maltratados tanto por los munícipes como por los ciudadanos, entre ellos la fuente al final del parque o el mirador a la Sierra Sur. Sí chirría, y mucho, tanto la placa conmemorativa de la remodelación, ostentosa y muy falta del mínimo pudor político, por no hablar del gusto estético, como el escudo al pie del busto de Adolfo Suárez. Habría que preguntarse si ambas intervenciones cumplen el PEPRI y si se han respetado las indicaciones de tonalidades que a los comerciantes y hosteleros de otras zonas del Conjunto Histórico se dieron ahora hace un año. En cualquier caso, Jaén y los jienenses, ganan con esta ‘nueva’ Alameda.
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