Tiran la piedra… y esconden la mano. Eso exactamente es lo que le esta ocurriendo a los dirigentes del PSOE encabezados por Pedro Sánchez en su idílica relación con el partido populista de Podemos y sus marcas blancas en los diferentes municipios de España. Ellos los pusieron donde están y ahora se sacuden como si no tuviesen nada que ver con la historia, como si los ciudadanos no supieran que el PSOE perdió las elecciones municipales en toda España y que se han aliado con el partido populista, al que antes criticaron, después amaron y ahora están dispuestos a matar políticamente, con el único interés de enmascarar su derrota y que no siguiera gobernando el Partido Popular.
Si en Cádiz, Madrid o Barcelona hay un acalde o alcaldesa del partido del populismo es porque el PSOE los ha apoyado para que estén gobernando sin haber ganado las elecciones. Si en Jerez o en El Puerto de Santa María gobierna el PSOE es porque las marcas blancas de Podemos y los de Izquierda Unida locos por un sillón han quebrado la voluntad del pueblo.
Todos en campaña dijeron que no iban a pactar entre sí. El PSOE decía que nunca pactaría con el populismo de Podemos, los de Podemos que nunca pactarían con la casta del PSOE, pero la realidad es que los dos hicieron lo contrario. Exactamente lo mismo que está ocurriendo a pocos meses de las elecciones generales. Lo hicieron y lo volverán a hacer.
Pero lo curioso es la puesta en escena posterior. Como si nada hubiese pasado ahora escenifican una ruptura retransmitida por los medios de comunicación que no es más que una escena más de toda la farsa. Se acusan entre ellos pero se besan en los morros para ocupar los sillones.
El PSOE le ha entregado la España de los Ayuntamientos a Podemos y ahora pretende silbar y mirar hacia arriba con las manos en los bolsillos como si no hubiese pasado nada. Pero no cuela.
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