La vigente Ley 1/1991 de 3 de Julio del Patrimonio Histórico de Andalucía; la Ley 30/ 1992 de 26 de noviembre de Régimen Jurídico de las Administraciones Locales Públicas y del Procedimiento Administrativo Común y el decreto 19/1995 del Reglamento de Protección y Fomento del Patrimonio Histórico de Andalucía tienen declarados en Sevilla cuatro recintos como Bienes de Interés cultural ( B.I.C.): 1) Los Reales Alcázares, como monumento desde el año 1935. 2) El parque de María Luisa, como Jardín Histórico desde el año 1983. 3) Los jardines de Catalina de Ribera y jardines de Murillo desde el año 2002. y 4) Los jardines de las Delicias, como Jardín Histórico, desde 2004.
La conservación y mantenimiento de estos recintos es problemática. De los diversos factores que inciden destacamos: 1) Problemas administrativos y financieros; 2) Problemas legales de competencias administrativas; y 3) Problemas técnicos.
Los recursos económicos disponibles para las actuaciones de mantenimiento y conservación, rehabilitaciones y restauraciones de los parques, incluidos los bienes de interés cultural antes mencionados, son proporcionalmente muy escasos.
Esto implica que las necesidades en tipos de intervenciones especiales no puedan ser llevadas a cabo en su momento, debiendo esperar a que los presupuestos municipales puedan soportar la cuantía de las obras necesarias. Al tratarse de obras generalmente fuera del trabajo normal exigen estudios laboriosos.
Realizados los estudios de los proyectos, hay que atenerse a las legislaciones específicas de los contratos de obras del Estado y de las corporaciones Locales, así como esperar la aprobación de las mismas por la Comisión de Patrimonio de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, administración competente en estas materias.
Con las aprobaciones necesarias se llega a la fase de licitación a empresas constructoras especializadas y clasificadas para la ejecución de estas obras y que generalmente se quedan desiertas por falta de interés o calificación de los contratistas en estos tipos de obra de compleja y difícil ejecución, por los tipos de materiales a utilizar o por piezas especiales dependientes de oficios y artesanales.
Aunque la Junta de Andalucía es la competente en la supervisión y control de las actuaciones en los B.I.C., recae sobre la Administración Local el mantenimiento, conservación y explotación de estos bienes, generalmente con escasos recursos económicos para poder afrontar la magnitud financiera del problema. Las necesidades de ayudas económicas son evidentes para poder asumir estas necesidades. O es necesario esperar oportunidades de cooperación con otras instituciones, a veces con largos periodos de tiempo, hasta que las circunstancias políticas y económicas destinen los fondos necesarios.
El parque de María Luisa, al igual que muchos jardines históricos, es de una gran fragilidad, debido al envejecimiento general de todo el ecosistema, así como de sus equipamientos, escasos en materiales pétreos y que se ha realizado fundamentalmente con cerámica, ladrillos y azulejos de muy diversa calidad y estilos.
Todos ellos tienen la particularidad común de ser mucho más vulnerables y degradables que la piedra. A ello hay que unir la progresiva desaparición de las industrias artesanales de cerámica, al menos en la tipología de las piezas que se realizaban en el primer tercio del siglo XX y que forman parte del patrimonio artístico y arquitectónico del parque de María Luisa.
Obras técnicas al fin y al cabo, pero precisas, documentadas y fuera de los estereotipos de mercado que se realizan con responsabilidad profesional y cuyos mayores beneficios son los que se derivan de la satisfacción de conseguir dejar un legado patrimonial a las generaciones futuras.
Como conclusiones, podríamos enumerar las siguientes: 1) El parque de María Luisa precisa del reconocimiento de los ciudadanos como monumento-BIC-Jardín Histórico Artístico. 2) Un sistema de gestión especial, acorde con sus necesidades. 3) La dinamización como parque cultural urbano. Poner en valor sus contenidos. 4 ) Un sistema de financiación adecuado a sus necesidades de mantenimiento. Y 5) Una escuela de jardinería y de cerámica artesanal para las restauraciones que necesariamente deban ejecutarse a los jardines reconocidos como BIC en la ciudad.
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