Ha pasado un año desde que comenzaran las obras del parque de La Alameda y el anuncio del Ayuntamiento de que finalizarían en el mes de agosto no es creíble ni para los pocos operarios que trabajan allí. Un año para unas obras que no deberían haberse alargado más de tres meses, pero que la situación financiera del Ayuntamiento ha convertido la intervención en un auténtico suplicio para vecinos y comerciantes, muchos de los cuales se han visto obligados a cerrar, algunos de ellos, con serios problemas financieros. Además, como consecuencia de la larga ejecución, o más bien no ejecución, la gran riqueza vegetal del parque, que recordemos, es el más antiguo de la ciudad se está viendo seriamente dañada. No se riega con la frecuencia y la dedicación que precisa y de no atajarse de una vez esta situación, lo que en principio era un proyecto ilusionante, precisamente con el agua como protagonista, puede tornar en un auténtico fiasco. El adoquinado lleva meses sin moverse del mismo sitio donde lo dejaron los camiones y el buen criterio de vecinos afectados y comerciantes hace que se pregunten porqué no se actuó por tramos, causando así menos perjuicios, sobre todo a personas mayores y con problemas de movilidad. Urge una solución a esta obra, que debería estar hace meses concluida y que, al ritmo que lleva, no estará ni en agosto.
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