Estamos llegando a la cresta de la ola. Estamos en la primera fase de la recuperación económica. En la economía mundial afrontamos una aceleración inesperada en términos de crecimiento, aunque con diferentes tonos entre países, sin tensiones inflacionistas a corto plazo y mantenimiento de las expectativas de inflación a largo plazo en niveles inferiores a los objetivos de política monetaria.
En España, el dinamismo se muestra en las exportaciones, con máximos históricos de ventas al exterior alcanzados en el primer trimestre de 2015. La semana pasada presentábamos las estimaciones que hemos realizado en el Departamento de Economía de la Universidad Loyola Andalucía, en el número de primavera del Loyola Economic Outlook, y el crecimiento anual en 2015 para España sería del 3,1%. En cuanto a la evolución de la tasa de desempleo, proyectábamos una mejora, con una previsión para el conjunto del año 2015 que oscilaría entre el 21% y el 22%.
En cuanto a las previsiones para Andalucía, mostrábamos una tendencia parecida a la de España considerando para el año 2015 en su totalidad, con un crecimiento del PIB andaluz del 2,8%, lo que lo situaría por debajo de la previsión nacional en tres décimas. Este dato se ha visto confirmado por FEDEA a finales de semana. En cuanto al mercado de trabajo, estimábamos una proyección anual de la tasa de paro que oscilaría entre el 31% y 32% de la población activa. Respecto al IPC, las estimaciones realizadas apuntaban a una inflación muy baja pero sin riesgo de deflación, aunque quizás algo menos marcada que a nivel nacional.
Pero hay una cuestión de fondo que, tanto para España como para Andalucía, se hace imposible pasar por alto. A pesar de la crisis atravesada y de la necesidad imperiosa de cambio de estructura económica, no se ha producido dicho cambio que permita absober la mano de obra ociosa. Y en Andalucía a más y más. De hecho, por culpa de esta circunstancia, comenzamos a ir por detrás de España en ritmo de crecimiento, cuando en la primera fase de la recuperación íbamos por delante.
Si analizamos la economía andaluza en dos momentos temporales, 2005 y 2010 , años entre los que se produce la crisis económica, se pone de relieve la estabilidad de la estructura económica andaluza en cuanto a sectores dinamizadores y la ya conocida dependencia del sector Construcción.
Por otra parte, se pone de manifiesto que algunos sectores, tanto de la rama de Industria como de Servicios, han pasado a cobrar mayor relevancia tanto en el entramado de relaciones intersectoriales como en sus relaciones con las rentas de los factores primarios y de las instituciones que conforman la demanda final de la economía regional. Sin embargo, estos hechos no permiten afirmar con rotundidad que se esté produciendo un cambio en la estructura productiva regional como consecuencia de la crisis. Si estamos creciendo, está siendo en base a los mismos sectores del periodo anterior a la crisis. Y si la demanda interna se vuelve a debilitar por subida de tipos, apreciación del euro o subida del petróleo, volveremos a entrar en recesión. Y con una situación de partida más débil de la que nos encontrábamos en 2007.
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