Con el título de La ventana de ayer (Ed. Finis Terrae, 2014), el pasado año vio la luz el tercer libro del escritor Antonio Martínez Polo, nacido en Nueva Carteya (Córdoba) en 1951, pero residente en Arcos desde los años setenta. Fue en Arcos donde fundó su familia y donde dedicó la mayor parte de su vida laboral como profesor en el colegio Vicenta Tarín a educar a los niños de la generación. Con la jubilación le llegó un periodo fructífero en producción literaria, publicando hasta la fecha tres libros; los dos primeros Microrrelatos para leer con los ojos cerrados y Microrrelatos para niños inteligentes, editados por Finis Terrae y por Punto Rojo, respectivamente. Martínez Polo se ha prodigado en el género del microrrelato, si es que se puede considerar un género literario, así como en la poesía que nos deja a modo de reguero de versos que, para su último libro, estampan la vida de su pueblo natal. En suma, un libro homenaje a Nueva Carteya, impregnado de recuerdos, vivencias, pero una nueva ocasión en la que el autor indaga en los sentimientos universales del amor, del desamor y otros en los que cualquier ser humano bucea a la hora de repasar su vida. Pero La ventana de ayer es, sobre todo, un libro de respeto hacia el pasado, nuestro pasado más reciente, aderezado con el irónico humor que caracteriza al autor y del que da fe cada semana en su sección La Taberna del Candil que gustosamente publicamos y leemos en nuestro periódico Arcos Información cada semana. El autor tiene previsto presentar en Arcos el libro este jueves 30 de abril, en un acto programado en el centro de día San Miguel por parte de la Asociación de Jubilados y Pensionistas Miguel Mancheño de la que socio desde hace años.
Antonio, con tu jubilación como maestro te ha llegado la etapa literaria más prolífica. ¿Qué has querido reflejar en este libro de “brevedades” como tú lo llamas, donde predominan los haikus?
—Recordar es bonito. Es mirar hacia atrás y acercarnos a las personas y a las cosas que nos acarician el corazón, sobre todo si ya no existen y sólo quedan de ellas esos recuerdos. Por eso me decidí a recorrer de nuevo dos etapas tan importantes en la vida como son la infancia y la juventud. A abrir ese archivo de momentos, a menudo triviales, pero que dejaron su huella y no se olvidan. Y para hacerlo pensé en los haikus, un tanto libres eso sí, porque son los más indicados para comunicar sentimientos que nacen del alma. Si un recuerdo es un momento vivido que no se borra, un haiku es la emoción que esconde ese momento contada en unas pocas sílabas. Además, recuerdos y haikus tienen en común que captan el instante como una cámara de fotos, por lo que el libro es un álbum de fotografías que requiere la complicidad escritor-lector, de modo que uno escribe el pie de la escena y el otro pone la imagen. Desde aquí invito a todos mis amigos y conocidos a la presentación del libro este día 30 de abril.
Un libro homenaje a Nueva Carteya, impregnado de recuerdos, vivencias, pero una nueva ocasión en la que indagas en los sentimientos universales del amor, del desamor y otros en los que cualquier ser humano bucea a la hora de repasar su vida…
—Todos necesitamos recordar, sobre todo cuando nos hacemos mayores y apreciamos más la magia y la mezcla de sentimientos de los recuerdos, el placer de saborear los buenos y aprender de los no tan buenos. El libro se titula “La Ventana de Ayer”, y a través de esa ventana veo mi familia, mi casa, mi calle, mi escuela, mis vecinos, mis amigos, mis juegos, mi adolescencia, la vida cotidiana de la gente, la belleza de la naturaleza, el paso de las estaciones, la melancolía, el amor y hasta la muerte; siempre pretendiendo ser más espectador que actor, con objetividad, y en presente, como si la escena estuviera ocurriendo ahora mismo. Y aunque el libro se subtitula “Recuerdos de Nueva Carteya”, el pueblo donde nací, en realidad son recuerdos válidos para cualquier pueblo, por lo que los compartirán las personas que vivieron aquellos años, e incluso las de otros tiempos, porque como dices hay sentimientos universales e intemporales comunes a todas las épocas.
En tu caso, ¿escribir es una necesidad para realizarte?, ¿una manera de ‘matar’ el tiempo?, ¿un compromiso social?
—Hombre, sobre todo después de la jubilación es importante tener una actividad que nos mantenga ilusionados, ya sea la escritura, la pintura, el deporte, el teatro, el baile, la colaboración con entidades benéficas o cualquier otra afición. Mi mujer, por ejemplo, disfruta con la costura, haciéndoles a hijas y nietos los diferentes tipos de labores que van necesitando. El aburrimiento en el sofá no es bueno ni para el cuerpo ni para la mente, por lo que hay que tener algún motor que nos mantenga en movimiento, entusiasmados con el proyecto que tenemos entre las manos. No se trata de matar el tiempo, sino de vivirlo y llenarlo de algo que nos llene, que nos realice, más por satisfacción personal que por reconocimiento social.
Tienes previsto presentar en Arcos el libro este jueves, en un acto programado en el centro de día San Miguel por parte de la Asociación de Jubilados y Pensionistas Miguel Mancheño de la que eres socio desde hace años. Es todo un clásico por tu parte elegir este lugar y este foro de amigos…
—Sí, repito escenario. Además de socio, he sido varios años secretario y le tengo mucho cariño a la Asociación y a su Presidente, Laureano, un hombre que vive por y para ella y al que no se le reconoce su desvelo. Y además de sentirme arropado por los muchos amigos, es un local amplio y moderno, de fácil acceso y sin problemas de aparcamiento.
Ahora que han pasado unos años, ¿qué poso te han dejado tus dos anteriores libros de microrrelatos: ‘Microrrelatos para leer con los ojos cerrados’ y ‘Microrrelatos para niños inteligentes’?
—Al margen de los artículos con los que empecé a colaborar en este periódico, los microrrelatos fueron mi primera incursión en la literatura y les tengo mucho cariño. Con uno de ellos obtuve un premio que convocó Telefónica y que recogí en Madrid, y después como finalista de otros concursos he visto microrrelatos míos publicados en varias antologías. Ya hace tiempo que no participo en ningún tipo de certámenes por estar inmerso en otros géneros, pero me encantan los microrrelatos y no descarto volver a escribirlos. Me fascina el reto de contar mucho con pocas palabras y con un final que sorprenda al lector. Aunque con los haikus continúo con mi afición por la brevedad no exenta de intensidad. Y si me lo permites, no quisiera terminar sin agradecer a Pedro Sevilla su colaboración en la presentación del libro.
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