Agentes de la Policía Nacional han desarticulado en Fuengirola (Málaga) una organización criminal especializada en estafas con falsas ofertas de trabajo como 'gigolo'. Así, la operación se ha saldado con la detención de cinco personas.
Estos cinco individuos, en concreto, cuatro mujeres con edades comprendidas entre los 32 y 51 años y un hombre de 26, han sido arrestados por presuntos delitos de estafa, asociación ilícita y blanqueo de capitales, según han informado desde la Comisaría provincial.
Durante el operativo se ha llevado a cabo el registro del domicilio de la principal investigada, ahora detenida, donde se han localizado, entre otros efectos, 300 fichas de aspirantes al puesto y 46.660 euros en efectivo, según han precisado a través de un comunicado.
DENUNCIA
Los hechos que motivaron la actuación policial fueron denunciados en Sant Cugat del Vallés (Barcelona) por una mujer --madre de un joven con discapacidad psíquica-- al descubrir que su hijo había sido estafado por parte de una empresa de captación de 'gigolos' en la que el joven aspiraba a trabajar.
Tras las primeras pesquisas, se tuvo conocimiento de que detrás de la empresa investigada había una sociedad mercantil con sede social en Fuengirola, han manifestado las mismas fuentes policiales.
Así, varios meses de investigación condujeron a los agentes hasta una organización criminal, estructurada y jerarquizada, con ámbito de actuación en distintos puntos del territorio nacional y exclusivamente dedicada a este tipo de estafa, con la que además obtenía importantes beneficios económicos.
El sistema parte de una empresa legal administrada por una mujer --dirigente de la organización y ahora detenida-- que insertaba anuncios de contactos personales u ofertas de trabajo en los principales medios de prensa escrita de todo el país.
Los reclamos que utilizaban eran textos tales como "agencia de contactos necesita hombres discretos altos ingresos", que debían abonar entre 250 y 8.000 euros para optar a esta oferta de trabajo. Una vez que el lector llamaba al teléfono facilitado en el anuncio, el operador le proyectaba una carta de servicios muy seductora en el ámbito de las relaciones personales y muy interesante en el terreno económico.
Para optar a ese trabajo, el demandante tenía que abonar una cuota de alta que oscilaba entre los 250 y 8.000 euros en un número de cuenta que la empresa le facilitaba.
Además, en las conversaciones que mantenían el operador indicaba a la víctima que había una señora interesada en tener una cita inminente, para lo cual le animaba a rellenar un formulario que seguidamente debía de mandar junto con una foto por correo postal, siendo preceptivo el previo ingreso de una cantidad en concepto de gastos de publicidad.
Las indagaciones apuntan a que los encuentros nunca se realizaron, y en el caso de las reclamaciones tampoco les devolvieron los abonos que las víctimas habían realizado.
Las funciones que desarrollaban los miembros de la organización estaban repartidas y mientras que unos se encargaban de publicar y renovar los anuncios y otros hacían funciones de teleoperador contestando a las llamadas, otros ponían sus cuentas bancarias a disposición de la organización para recibir en ellas los ingresos de las víctimas estafadas.
Así, las teleoperadoras recibían de media 25 llamadas al día, y en poco más de dos años la organización habría obtenido un beneficio de más de 300.000 euros ingresados por las víctimas.
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