Rota se entregaba en la noche de ayer al fervor y al recogimiento. El de las calladas emociones y profundo respeto que cada Martes Santo se apodera de la localidad para recibir a Jesús Cautivo y Rescatado en su mudo peregrinar por las callejuelas del casco histórico.
Una estación de penitencia que se iniciaba, una vez caída la noche y bajo un manto de estrellas que hacía las veces de cielo, desde la iglesia de la O en cuyas inmediaciones se agolpaban cientos de personas deseosas de contemplar la solemne salida procesional de una imagen a la que roteños y roteñas rinden fiel culto y devoción.
Cruces negras de madera, pies descalzos y absoluto recogimiento el de los 400 hermanos y hermanas que precedían a esta sobria imagen de Miguel Laínez de facciones ennegrecidas, párpados cerrados y cabellos naturales. Jesús Cautivo y Rescatado se apoderaba, instantes después, de una atestada plaza Bartolomé Pérez que enmudecía ante su llegada.
Conducido magistralmente por su capataz, el pregonero de la Semana Santa roteña, José Joaquín Arévalo, el Señor avanzó paulatinamente en su recorrido procesional seguido por su tradicional cohorte de hermanas que, con túnica o sin ella y portando velas, elevaban al Cautivo rezos y plegarias en un casi inaudible murmullo.
En el año en el que se cumple el 75 aniversario de la reorganización de la Hermandad de la Veracruz, el Señor del Martes Santo en Rota no lucía estrenos con la salvedad del monte de rojos claveles que tradicionalmente ha conformado el exorno floral del Cautivo y que ha sido recuperado para la ocasión.
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