La Policía Nacional ha detenido a siete personas como presuntas responsables de un delito de tráfico de drogas, tanto a pequeña como a mediana escala. Los arrestados, tres mujeres y cuatro hombres, con edades comprendidas entre los 19 y los 64 años, pertenecían a un grupo criminal organizado asentado en la zona norte de la capital malagueña. Uno de los cabecillas llegó a utilizar a sus hijos, menores de edad, para el transporte y la distribución de la sustancia estupefaciente.
Los detenidos fueron puestos a disposición de la autoridad judicial, que ordenó el ingreso en prisión de cuatro de ellos, según ha informado el Cuerpo Nacional de Policía en un comunicado.
En el operativo, desarrollado el pasado 12 de marzo, los agentes practicaron cuatro registros domiciliarios --tres en la barriada de Palma-Palmilla y uno en Las Flores--, en los que se incautaron, entre otros efectos, de 21 papelinas de revuelto de cocaína-heroína, 37,5 gramos de cocaína en roca y 20 gramos de heroína.
La investigación comenzó a raíz de diversas informaciones que apuntaban a un grupo de personas, todas ellas miembros de un clan familiar asentado en la zona norte de la capital, que estaba dedicado a la distribución y venta de estupefacientes a través de una red de colaboradores encargados de captar a los posibles compradores a su llegada a la barriada.
Tras varias gestiones, los investigadores constataron que el grupo empleaba dos fórmulas para la distribución de la droga. Por una parte, la venta al menudeo; para ello, la red utilizaba una vivienda desde donde vendían las papelinas a los compradores que se acercaban al barrio a adquirir sus dosis de cocaína, revuelto o heroína.
La otra fórmula era la venta a mediana escala. En esta modalidad, la red investigada suministraba cantidades mayores de estupefacientes a compradores intermediarios, que, posteriormente, preparaban y vendían al menudeo desde sus viviendas a su propia clientela.
Para la venta y distribución de las drogas, el grupo se distribuía los papeles. En ocasiones, algunos integrantes ejercían como captadores o pasadores, colocándose estratégicamente por las calles adyacentes con la misión principal de atraer hacia el punto a los posibles clientes que se acercaban a la barriada. Mientras que otros se dedicaban a la preparación de las dosis y venta directa de las drogas.
Durante las investigaciones los agentes comprobaron cómo uno de los cabecillas del grupo llegó a utilizar a sus propios hijos, menores de edad, para el transporte y distribución de las dosis entre sus colaboradores. Los policías localizaron en un lugar próximo a uno de los domicilios un cobertizo que los arrestados utilizaban para guardar la droga.
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