El Patrimonio del Ayuntamiento es de los más importantes del Estado y, sin embargo, no se había acometido un plan de actuación integral que desde una óptica científica y museológica vinculara la riqueza de los bienes culturales legados por el paso del tiempo con los espacios que son susceptibles de poder contenerlos y que son propiedad municipal.
Este fue el propósito que nos marcamos cuando comenzamos a desarrollar nuestro cometido como director de Infraestructuras Culturales, principalmente por visualizar una de las colecciones más importantes de los ayuntamientos españoles. Probablemente sea la circunstancia de que la mayor parte de los bienes municipales hayan estado conservados tanto en los depósitos del Museo Arqueológico como en el de Artes y Costumbres Populares lo que ha hecho que gran parte de los ciudadanos desconocieran que esas casi 4.600 obras de arte fueron fundamentales para que entre 1945 y 1950 se creara el Museo Arqueológico Provincial.
Visualizarlas e institucionalizarlas era nuestra principal tarea y fruto de ello fue su declaración como colección museográfica por la Junta, pasando a integrar parte del Sistema Andaluz de Museos. Creo que sólo por esta circunstancia merece el reconocimiento público que haya sido durante el mandato de Juan Ignacio Zoido que, desde luego, se ha esforzado en apostar por los bienes culturales, tanto en su tutela como en su difusión gracias a los equipos técnicos que se han formado.
Tanto la musealización del Antiquarium como del Centro del Mudéjar en el Palacio de los Marqueses de la Algaba o la colección que hemos creado en el Centro de Cerámica de Triana con piezas de la colección municipal, del Estado y de la Junta y que ha sido también declarado colección museográfica, van a cambiar la percepción por parte de los ciudadanos de la riqueza de nuestras colecciones.
El libro Historia y Patrimonio del Ayuntamiento de Sevilla, que hemos planteado de forma conjunta con Marcos Fernández Gómez, jefe de Publicaciones del Ayuntamiento, y con más de 60 autores en sus dos volúmenes, sin duda es un antes y un después en la valoración y estudio de nuestras colecciones, pero también en la creación de un discurso transversal que vincula obras con espacios en un modelo polinuclear que basa sus fortalezas precisamente en la descentralización de los espacios susceptibles de contener estas colecciones: La Casa Consistorial, con la rica colección pictórica; la Casa de la Moneda, que tendrá que acoger en el futuro la colección de monedas que fue adquirida a los herederos de Mateos Gago; el Alcázar de Sevilla, Antiquarium, Centro del Mudéjar, Convento de Santa Clara… son algunos de los espacios que o han sido ya musealizados o deberán serlo en los próximos años dentro del proyecto que hemos denominado Patrimonium Hispalense.
Un ambicioso plan como el que se plantea aquí sólo es susceptible de poder llevarse a cabo si se entiende como un proyecto de ciudad que, independientemente del color político del gobierno que lo ha impulsado, necesita de consenso y amplitud de miras.
Cuando se habla de la colección municipal muchos ciudadanos piensan en el Tesoro del Carambolo pero la colección es mucho más. Es la suma de piezas que han sido heredadas o adquiridas en diferentes presentes que comenzaron en 1886 con la visión de un intelectual integral como José Gestoso, que creó el primer museo municipal en las Casas Consistoriales y luego en la Torre de don Fadrique.
Ahí comenzaron importantes donaciones y adquisiciones pero, sobre todo, la fijación de una conciencia patrimonial que cobró un especial impulso con el archivero municipal Francisco Collantes de Terán, que en 1957 avanzó su Esquema para un museo histórico de Sevilla. Esta es la primera piedra para lo que fue su Patrimonio monumental y artístico del Ayuntamiento de Sevilla publicado en primera edición en 1868 y que ha estado vigente hasta la actualidad. Sólo por esto ha merecido la pena el intentar ordenar, estudiar, relacionar y visualizar el legado de nuestro pasado, que no es más que el sentimiento y el testimonio del valor y el peso de la historia y la conciencia de que sólo con su conocimiento y con la transmisión del mismo a las generaciones futuras conseguiremos hacer una sociedad más justa, más libre y más plural.
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