José Luis Danta Gil (Sevilla, 1929), cumple todos los requisitos para votar el próximo domingo, ya que está domiciliado en Lepe (Huelva), es mayor de edad y está inscrito en el censo electoral, aunque un detalle mínimo se lo va a impedir: falleció en 1997, pero para las urnas sigue vivo.
Desde luego, el argumento de esta historia es Dickensiano, como aquel inicio del "Cuento de Navidad" que señalaba que "el clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el duelo habían firmado el acta de su enterramiento", ya que todos los documentos necesarios se hicieron oficiales en su día, pero el patriarca de los Danta sigue siendo llamado a las urnas cada vez que hay una cita electoral.
Su hijo, José Luis Danta Rubio, ha explicado a Efe que la familia ha llegado ya "a tomarlo a broma cada vez que convocan unas elecciones, y tomarnos como una anécdota la recepción de la tarjeta electoral de mi padre".
De hecho, para la cita con las urnas del próximo domingo no han recibido la tarjeta concreta, pero sí han comprobado en el censo electoral que su padre está inscrito con el número 0300, es decir, que a todos los efectos es una persona con derecho a voto, a pesar de (volviendo a una cita de Dickens) "estar más muerto que el clavo de una puerta".
"Es algo irónico, casi de broma, pero no entendemos por qué la administración no le deja descansar en paz", señala Danta, que recuerda que su padre falleció el 1 de agosto de 1997, y fue enterrado en el cementerio municipal de Lepe, ya que la familia se encontraba asentada en la playa lepera de La Antilla, "y a todas las administraciones se les informó debidamente, como siempre que fallece una persona.
Al Ayuntamiento lepero, concretamente, se le comunicó oficialmente el 3 de agosto de ese mismo año, pero su padre ha seguido constando como votante oficial, e incluso su propia madre recibió la tarjeta censal hasta siete años después de fallecer.
A efectos legales, el asunto tiene su matiz, ya que, por razones obvias, José Luis Danta Gil figurará como "abstención" al cierre de los colegios electorales el próximo domingo, de modo que su voto sumará porcentualmente como el de alguien que se ha abstenido, con lo que se restará del porcentaje final de las personas que sí han votado, con lo que su voto sumará a pesar de que le sea imposible votar.
Su hijo sostiene que ha ido en numerosas ocasiones a distintas administraciones a intentar solucionar este asunto, la última tras las elecciones europeas de 2014, pero la situación no se normaliza año tras año.
Incluso, bromea con una posibilidad extrema, ya que su padre cumple con todos los condicionantes (casi) para ser llamado a formar parte de una mesa electoral, "y entonces sí que en casa nos íbamos a reír con ganas, porque esto ya es de película, con el extremo de la historia en que incluso los partidos políticos le envían los sobres a su nombre para que pueda votar en las elecciones con su correspondiente papeleta dentro.
De esta forma, el colegio electoral de La Antilla esperará el domingo el voto de este hombre que trabajó como minero en distintos destinos,y tuvo su primer contacto con la playa de La Antilla en 1974, aunque sus obligaciones profesionales le llevaron a Galdácano (Vizcaya), pero sus últimos días de vida sí los pasó en la playa lepera.
Su hijo, natural de la localidad onubense de Nerva, se quedó a vivir en la misma playa y ahora espera que "cumplida la mayoría de edad de la muerte de mi padre" se solucione este asunto, "o al menos -bromea- cambien su dirección de la Avenida de Huelva de La Antilla por la de Cementerio Municipal de Lepe".
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