La carga que Juan Ortiz tiene que soportar a diario a causa de una grave enfermedad en fase avanzada fue ayer, si cabe, un poco mayor, tras haber tenido que marcharse de la sede de la Subdelegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en el Campo de Gibraltar con un alto grado de indignación.
Este algecireño, que a sus 45 años se ve obligado a andar con muletas y a inyectarse morfina a diario, acudió, como ya había hecho en otras ocasiones, a la sede del ente autonómico para la tramitación de unas ayudas que solicitó, en concreto por familia numerosa, ya que hace poco tiempo que su mujer dio a luz a su cuarto hijo. En este momento, este hombre, que en su día se dedicó a la construcción, es beneficiario de una pensión no contributiva y se le tiene reconocida una invalidez del 69%.
Incidente
En esta ocasión, le atendió un empleado público diferente al que le había atendido en anteriores ocasiones y que conocía su caso. Al comenzar a explicarle su situación, Juan Ortiz asevera que comenzó a reirse de él, preguntándole si “hablaba italiano” en referencia a las dificultades que tiene para expresarse.
Tal y como expresa Juan Ortiz en la posterior hoja de reclamaciones que dejó en Subdelegación y explicó igualmente al coordinador de la oficina, el trabajador y el usuario se habrían enzarzado en una discusión, durante la que, asegura, el trabajador habría seguido mofándose de su estado, asegurando que tenía “muy poca vergüenza” y que “no le importaba” el estado de salud “terminal” en el que se encuentra.
Igualmente, Juan Ortiz relata que su esposa, al intentar defenderle, fue objeto también de insultos por parte del trabajador, desde “mala madre” hasta “hija de puta”. Asegura que esto último “lo dijo en un tono más bajo para que sus compañeros no lo escuchasen”, si bien dice que “tanto el guarda jurado como otros trabajadores” que estaban en el lugar fueron testigos del incidente.
En pleno acaloramiento, Juan Ortiz asegura que comenzó a encontrarse mal y que estuvo a punto de sufrir un desvanecimiento, lo que provocó que se rompiesen algunas de las dosis de morfina que portaba consigo.
Tras ocurrir el incidente, Ortiz asegura haber sido atendido por el coordinador de la oficina, a quien habría trasladado los hechos antes acaecidos. Además, puso la correspondiente hoja de reclamación.
Entre sollozos, Ortiz manifestaba a este diario su indignación por haber sido tratado de este modo por un miembro de la administración, máxime en el estado de salud en que se encuentra, y se reserva iniciar acciones judiciales contra el trabajador en cuestión.
Versión de la Junta
La Subdelegación de la Junta de Andalucía en el Campo de Gibraltar confirmó ayer a este diario la existencia de una reclamación por parte de Juan Ortiz por los motivos descritos por anterioridad.
Las fuentes oficiales consultadas por VIVA CAMPO DE GIBRALTAR indicaron que la reclamacion “se estudiará”, que se escuchará “a las dos partes” y se recabarán “los testimonios oportunos”. En este sentido, desde el ente autonómico garantizaron que, en el caso de que se compruebe la veracidad de los hechos denunciados, “ se estudiaría qué hacer” y ello podría llevar aparejada la apertura de “un expediente” al trabajador en cuestión.
En cualquier caso, este diario pudo contactar con personas conocedoras del caso que trasladaron una versión de los hechos diferente a la contada por Juan Ortiz.
Si bien este asegura que una compañera tuvo que intervenir para evitar el ensañamiento del trabajador de la Junta con el demandante, la versión recabada asegura que la intervención pudo deberse al nivel de nerviosismo que el perjudicado mostraba, lo elevado del tono de su voz y las dificultades para atender a otros usuarios en esas circunstancias.
Hay que reseñar que Juan Ortiz tiene pensado llegar más allá en su reclamación y manifestó a este diario sus intenciones de denunciar el hecho en Comisaría, al entender que se ha atentado gravemente contra su dignidad y la de su esposa, que sostiene que fue gravemente injuriada.
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