Huelva

Relato de un infierno nazi

Jorge Klainman sobrevivió a cinco campos de exterminio con tan solo 13 años de vida

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  • Jorge Klainman en la UPO -

Todo un infierno. Jorge Klainman, superviviente del holocausto nazi, narró el cuento atroz de tener “el ‘privilegio’ de ser huésped durante trece meses” de cinco campos de exterminio: Prokocim, Plaszow, Mauthausen, Melk y Ebensee. Vivencias terribles, con hambre y frío, con olor a carne quemada, con menú de sopa negra y el miedo diario a un ‘placentero’ disparo en la sien.

Klainman, polaco de origen judío de casi 87 años y ahora afincado en Buenos Aires (Argentina), es uno de los dos supervivientes que aún viven y hablan castellano, y estuvo el pasado viernes impartiendo una conferencia y plantando un árbol en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Con un castellano armónico y palabras escalofriantes cavó en el corazón de los asistentes el pavor de la II Guerra Mundial.
Una cadena de milagros le permitió esquivar su muerte. En 1941 se libró de los famosos grupos móviles, que se dedicaban a matar judíos y enterrarlos, debido a que un señor que llevaba un bebé en brazos fue eliminado por los nazis. Ese incidente le permitió a la familia cambiarse de fila para entrar en el campo de concentración. Una vez dentro del infierno, Klainman trabajó limpiando botas de los ucranianos llenas de sangre y barro, perdiéndose el “suculento desayuno”, que consistía en “un litro de agua negra con achicoria sin azúcar y pan”, por lo que intentó coger comida del baúl de un militar y fue descubierto a punta de pistola.

Cambió de trabajo y de campo de concentración para no ser descubierto por el comandante, pero ahí el coronel entrenaba afinando su puntería desde su balcón y dos veces por semana “seleccionaba a 200”. Sin embargo, “la bala no me dio en la cabeza, sino en la pierna y cuando los presos fueron a recoger los cuerpos se dieron cuenta de que estaba vivo y me llevaron a escondidas con un doctor”. A partir de ahí, tuvo que cambiar de identidad pues nadie podía saber que estaba vivo, su nombre había sido eliminado de la lista de presos.

La sanguinaria bestia nazi
Klainman estuvo en España unos días con motivo del Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto. Contó cómo el 27 de enero de 1945, el ejército soviético entró al campo de concentración para liberarles “pero vives toda la vida con el trauma”. Estuvo 50 años en silencio hasta que escribió su obra ‘El séptimo milagro’.

La idea de crear campos de concentración “se remonta al 20 de enero de 1942, cuando en un suburbio berlinés se hizo la famosa reunión para ultimar todos los detalles del crimen más grande de la historia de la humanidad; estuvieron presentes todos los mega-nazis, y todo lo acordado fue anotado en un cuaderno que cuando terminó la guerra fue encontrado y así el mundo supo lo que allí se trató”. Seis millones de muertes judías  y que, a pesar de todo, “los dirigentes de los países neutrales que sabiéndolo miraron para otro lado, incluso el Papa de aquel entonces, Pío XII, que tampoco dijo nada”, explicó Klainman, quien contó cómo gaseaban, fusilaban, maltrataban y despedazaban a 25.000 personas al día.

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