El pasado mes de abril, Christian Gálvez, presentaba en Madrid “Matar a Leonardo”, un thriller histórico donde el arte, la venganza y la pasión se convertían en las claves de una entretenida narración de aventuras. Con el gran Leonardo Da Vinci como principal protagonista, el escritor madrileño (1980) -conocido por su faceta de presentador televisivo del concurso “Pasapalabra”-, modelaba una novela bien documentada y plena de intrigas.
Ahora, Christian Gálvez, ha convertido a ese gran Leonardo en el pequeño Leo Da Vinci, un personaje sagaz y divertido, del que Alfaguara acaba de editar sus dos primeros volúmenes: “Las deportivas mágicas” y “Han robado el cuadro de Lisa”.
La pandilla de Leo la integran: Lisa, su mejor amiga y la chica más lista de Florencia, Miguel Ángel, el colega más fiel, Rafa, el más peque del grupo, Boti, gran futbolero y futuro chef de cocina y Chiara, íntima compañera de Lisa. Además, Macaroni, el perro más dormilón de todos y Spaghetto, el único pájaro del mundo que habla, conforman esta sorprendente y simpática nómina de aventureros.
Nuestro protagonista, se presenta en cada entrega de la misma forma: “¡Hola amigos! Me llamo Leo y tengo 8 años. Vivo con mis abuelos en Vinci, Florencia, y me paso el día inventando cosas imprescindibles para la vida de un niño: como la vinicicleta o el sacamocos a pedales… Pero mi gran sueño es crear una máquina para volar como los pájaros. ¡Y algún día lo voy a conseguir! ¿qué es lo mejor de la vida? ¡Jugar con mis colegas!”.Y mucho, y bien, juegan Leo y sus compañeros en esta primera muestra de su saga.
Aunque la historia se sitúa en Florencia, en el año 1460, el fútbol -o lo que es lo mismo, el Calcio- ya estaba bien asentado por aquellas tierras italianas. La Liga Interprovincial de Alevines está llegando a su fin, y el equipo del pequeño Leo, la Fiorentona, ha accedido a la final tras vencer -no sin dificultad- al Pizza FC.
Además de que el Inter de Melón será un duro rival, la estrella fiorentonina, Boti, ha perdido el maravilloso poder que atesoraban sus “deportivas mágicas”. El tiempo corre en contra de todo el equipo, y hay que hallar una inmediata solución para afrontar con garantías la gran final: bien sea siguiendo los consejos de la Maga del Bosque o fiándose del singular invento de Leo.
En el segundo volumen -ya citado-, la pandilla del pequeño Da Vinci, debe encontrar el cuadro de Lisa que Leo ha pintado para su clase de dibujo, pues, de no hacerlo, suspenderá y no podrá marcharse de vacaciones.
La prosa ágil y directa de Christian Gálvez, hace queambos relatos se lean conmucho interés. A ello, hay que añadir, que los enigmas e impedimentos que encuentran los protagonistas van resolviéndose de forma amena, lo que a buen seguro, ayudará a los jóvenes lectores a disfrutar muy de veras con estas páginas.
Como actividad complementaria, se plantean, al final de cada libro, jugosos pasatiempos en torno a lo acontecido -sopas de letras, recetas, cálculos matemáticos, elaboración de disfraces…-
Y para el mes próximo, ya están listas nuevas aventuras: “El misterio de las máscaras venecianas” y “Los piratas fantasma”. Hasta pronto, Leo.
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