El color cobrizo de los atardeceres impregna Andalucía en una de las épocas más bellas del año para perderse por multitud de rincones de una región marcada por su naturaleza, por costumbres enraizadas en tradiciones que se pierden en el tiempo, por una forma de ser y de estar que invitan a fundirse con el paisaje, con pueblos de calles estrechas y gentes abiertas, deseosas de compartir manjares que desde siempre los han alimentado. Andalucía está llena de rincones en los que perderse en una escapada fugaz, durante un largo puente o en esas pequeñas vacaciones con las que desconectar del trajín diario. Les traemos algunos de esos rincones en los que perderse y en los que la naturaleza es una de las principales protagonistas.
El primero de esos destinos discurre en paralelo al río Almanzora, en el interior de la provincia de Almería, un valle en el que le invitamos a remontar el eje vertebrador de una tierra marcada por los contrastes, jalonada de almendros, naranjos y huertas, frente a la monumentalidad de una sierra de entrañas abiertas y blancas gracias al mármol, el oro blanco de estas poblaciones.
El Valle del Almanzora está ligado a los aprovechamientos industriales de sus recursos naturales, con manifestaciones tan sobresalientes como la minería, la producción vitivinícola y oleícola, agricultura como el almendro y la industria cárnica. Toda esa herencia, tecnología y know-how representa uno de los rasgos que más han caracterizado la manera de ser, la historia y la cultura de los pueblos que integran esta zona turística.
Bayarque, Olula del Río, Macael, Purchena, Sierro, Tíjola y Zurgena son algunos de los pueblos en los que, además, el paladar le agradecerá catar la olla de hinojos, la fritada de conejo, los gurullos con liebre, las perdices estofadas y los suspiros de almendra.
Romanticismo y fusión de culturas
Si lo que prefiere es disfrutar de unos días marcados por el halo romántico de leyendas de bandoleros y toreros, diríjase a la Serranía de Ronda, una comarca a caballo entre Málaga y Cádiz, con poblaciones que son un destino turístico en sí mismas, marcadas por sierras cubiertas por una exuberante vegetación mediterránea, con profundos y apacibles valles, estrechas gargantas y escarpados tajos, o cuevas milenarias como La Pileta y el Gato, donde el hombre prehistórico dejó la huella de su presencia.
La localidad de Ronda es el principal eje de este destino aunque no el único. Ronda es una de esas ciudades que hay que visitar alguna vez en la vida. Su profundo Tajo sobre el río Guadalevín sigue sorprendiendo incluso a los lugareños, una seña de identidad que hay que disfrutar desde la propia localidad y también a sus pies, disfrutando de los innumerables senderos que la bifurcan, un lujo para los amantes del senderismo.
Pero no todo es Ronda: piérdase por esos pueblos enclavados en las sierras: calles encaladas, empinadas cuestas, panorámicas impresionantes, costumbres artesanas, manjares con productos de la tierra... Respire hondo y coja fuerzas en localidades como Gaucín, Genalguacíl, Alpandeire, Cartajima, Pujerra, Igualeja, Parauta, Cuevas del Becerro, Jimera de Líbar, Jubrique o Benarrabá.
Andalucía siempre se ha considerado producto de la fusión de las innumerables culturas que han ido dejando una huella imborrable en ella. Uno de esos destinos en los que le recomendamos perderse es el Poniente Granadino, último enclave de la frontera andalusí, una encrucijada de caminos y culturas que conserva importantes yacimientos arqueológicos de la más remota antigüedad.
Fenicios, griegos y romanos han dejado huella en esta comarca, aunque lo que más destaca es el legado de la cultura árabe, que permanece vivo entre los habitantes de sus pueblos y ciudades, como en Alhama de Granada, con sus baños termales árabes.
Equilibrio entre lo rural y lo urbano
Lo rural y lo urbano mantienen el equilibrio en unas localidades en las que se aprecia un patrimonio artístico más que destacable: Agrón, Algarinejo, Arenas del Rey, Cacín, Escúzar, Huétor-Tájar, Íllora, Jayena, Loja, Moclín, Montefrío, Moraleda de Zafayona, Salar, Santa Cruz del Comercio, Ventas de Huelma, Villanueva Mesía, Zafarraya y Zagra. Son algunos nombres que debe marcar en el mapa, recorrerlas y disfrutar.
Por último, le recomendamos una vía verde, 52 kilómetros por la antigua línea ferroviaria que discurre por el Parque Natural de la Sierra Subbética, una de las comarcas con mayor riqueza ecológica y paisajística de la región y que incluye a ocho municipios, ideal para senderistas, para ciclistas y para jinetes.
Entre las localidades por las que discurre se encuentra Almedinilla, destacado baluarte de la arqueología; Cabra, de gran valor arqueológico y paisajístico; Carcabuey, corazón del parque natural; Doña Mencía, origen de afamados vinos; Fuente-Tójar, tierra de los “danzantes”; Iznájar, que da nombre al pantano; Luque, bella entrada natural a las Sierras Subbéticas; Priego de Córdoba, joya barroca de Andalucía; Rute, dulce aroma de anisados, y Zuheros, pintoresca belleza arábigo-andaluza.
Una temporada única para que el paladar disfrute
Si en algo se caracteriza esta temporada del año es en la multitud de posibilidades que ofrecen ciudades y pueblos para que el paladar sea el protagonista, especialmente cuando se funden los sabores de la tierra con la propia naturaleza. Traemos a estas páginas un pueblo que lo ofrece todo, El Real de la Jara, en la Sierra Norte sevillana, pero su oferta es extensible a la mayoría de las sierras de la región, cada una con sus setas, con sus matanzas, con su caza, enraizadas en las costumbres de unos rincones en los que la naturaleza ofrece matices, colores y esencias que invitan a respirar hondo y a disfrutar de ella.
Con el puente de la Constitución a las puertas, El Real de la Jara ha organizado unas jornadas que les invitamos a disfrutar: ruta de la tapa, taller micológico, rutas de senderismo, marcha cicloturista, concurso fotográfico, degustación de dulces, etc, un sinfín de actividades que le harán sentir la naturaleza y el calor de sus gentes.
El otoño tiene especial interés en la Sierra Norte, es una estación especialmente rica no sólo en color, sino también en sabor. A la riqueza cromática de los paisajes se une también la riqueza gastronómica propiciada por el inicio de la montanera del cerdo ibérico, la aparición de deliciosas setas y el auge de la temporada de caza.
Entre sus propuestas, rutas guiadas de senderismo o una marcha cicloturista para disfrutar del contacto con la naturaleza realizando deporte en un entorno natural incomparable: riachuelos repletos de agua, dehesas verdes y encinas plagadas de bellotas, quejigos y chopos en tonos ocres y rojizos que aguardan la caída de las hojas.
El Centro de Interpretación Ribera del Cala, con su punto de interés micológico, ofrecerá un taller que incluye una salida al campo para reconocer las especies de setas de la zona y que terminará, cómo no, con una degustación de las mismas, un verdadero privilegio para el paladar.
Para acompañar, diez bares participan en la I Ruta de la Tapa, en la que por un módico precio se podrá degustar platos típicos de la zona como el aliño de asadura, costillas con setas y castañas, carrillada con níscalos, morro de cerdo ibérico al pimentón, etc. acompañado del vino de la casa o la cerveza. Además, habrá degustación de dulces típicos (lacitos, rosas, virutas, bollas de chicharrones, perrunillas) y chanfaina, calderetas y asados de chivo y cordero. Junto con las recetas más tradicionales procedentes de la temporada de caza, harán las delicias de los que se acerquen a esta localidad.
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