Antonio Maíllo es directo y aunque no rehuye el debate filosófico, ha optado por ir al grano y decir las cosas con más claridad que sus predecesores. Desde el convencimiento de que el mundo actual sigue inmerso en una lucha de clases en la que por ahora está perdiendo la mayoría social, defiende el papel de IU en esos años de burbuja económica, en los que sólo ellos lanzaban voces de alerta. El tiempo les está dando la razón.
En esa línea, apoya sin fisuras la más que probable candidatura de Alberto Garzón a las primarias de IU para convertirse en su aspirante a la Presidencia del Gobierno central para cambiar la sociedad desde la izquierda. Si es necesario, convergiendo con otras fuerzas y movimientos, pero sin perder su identidad ni tampoco sus siglas. Y ante la corrupción, contundencia, hasta el punto de plantear una ruptura del Gobierno en Andalucía si sus socios no actúan como deben hacerlo ante escándalos como el de los ERE o los cursos de formación.
Acaban de presentar el proyecto de presupuestos andaluces y dicen que “ni mucho menos están satisfechos” y que quieren priorizar recursos. ¿Cuáles son esas prioridades?
–Teniendo en cuenta que los principales recursos que nos vienen son los que nos marca el Gobierno del PP de Madrid, que cada vez nos quita más recursos a Andalucía, recuperamos derechos y mantenemos servicios públicos; no estamos dispuestos a privatizar nada. IU es una formación política que defiende el papel parlamentario diferenciado del papel del Gobierno o del Ejecutivo. Y en el trámite parlamentario hay dos momentos importantes. Uno, escuchar a los agentes sociales y económicos; y dos, es evidente que un presupuesto de tamaña complejidad debe tener enmiendas parciales, que deberán ser negociadas y que nosotros, desde luego, vamos a incorporar.
¿Cuáles son las dificultades para negociar con su socio de Gobierno?
–Vamos a plantear que en la empresa pública no haya unos salarios de altos directivos que superen a los de la presidenta de la Junta. Tenemos que abordar la posibilidad de dar el salto también en aquellos sectores públicos que perdieron el 10 por ciento de masa salarial y de horario para recuperarlo. Tendríamos que valorar su cuantificación.
¿Y será el Banco Público un escollo?
–No puede ser un escollo porque ya es una realidad. Lo importante para IU era que una ley de tanta importancia estratégica entrara ya por el Consejo de Gobierno. Tenga en cuenta que una ley tiene una duración de entre ocho y doce meses, y nos queda aún año y medio corto de legislatura y tenemos que abordar leyes estratégicas, como la Ley Integral de Agricultura.
¿Eso significa que no va a haber adelanto electoral?
–Somos gente seria que planteamos acuerdos programáticos y trabajamos para agotar una legislatura, pero es evidente que vivimos tiempos muy convulsos, en los que puede ocurrir cualquier cosa. Mientras tanto, tenemos que construir para darle soluciones a la gente.
Fomento y Vivienda, la Consejería que ponen de ejemplo de buena gestión, es la que ha creado incluso una crisis de Gobierno. ¿Se ha superado o algo queda?
–Quizás por eso, porque es una Consejería muy solvente. El que se le haya concedido un incremento del 20 por ciento es una demostración de la confianza que se tiene en la ejecución de sus proyectos.
¿La crisis de la Corrala Utopía terminó el mismo día de la resolución del TSJA?
–Es que la Corrala Utopía ha tenido una resolución muy clara: técnicos del Ayuntamiento de Sevilla que dan la razón a la Consejería y un juez del TSJA que dice que ha actuado de forma impecable la Consejería. Eso se llama actuar extraordinariamente bien y de acuerdo con la gente que necesita ser protegida por el Estado.
¿Y políticamente?
–Políticamente es evidente que supuso un conflicto. Ni el peor de los presupuestos provocó un conflicto de este calibre, pero porque estamos en el Gobierno para cambiar las cosas y no por estar; no estamos para calentar sillones. Como considerábamos que habíamos actuado de manera impecable, defendimos esa actuación y el tiempo nos ha dado la razón.
Siguiendo con la política, Cayo Lara acaba de dar un paso atrás al anunciar que no se presentará a las primarias. ¿Qué opinión le merece?
–Cayo Lara no ha dado un paso atrás, sigue como coordinador general de IU. Ha sido un ejercicio de coherencia política al hacer una reflexión personal y dar el paso a un relevo generacional, como se hizo en Andalucía. Es una persona honesta y como coordinador general sigue teniendo todo nuestro apoyo.
La salida de Cayo Lara abre el paso a Alberto Garzón, ¿se puede considerar como el candidato de Andalucía?
– Alberto Garzón tiene todo mi apoyo. Es la mejor persona que puede representarnos para la Presidencia del Gobierno en unas elecciones generales. Por su coherencia, porque es un activista de los movimientos sociales, que es lo que está demandando la sociedad. Alberto Garzón garantiza el cambio que se necesita y está a la altura de las circunstancias actuales.
¿Garzón representa esa convergencia de la que hablan?
–Nosotros aspiramos a unir. Tenemos un proyecto sólido de izquierdas, un modelo de sociedad concreta. IU no se va a diluir. La desaparición de IU es el sueño húmedo de los banqueros y poderosos. No va a ocurrir. Al contrario, sale fortalecida. Y si Garzón se presenta, es una buena noticia. Ha hablado conmigo y le he dado todo mi apoyo.
Hablando de política en general, explíquenos un poco el proceso de convergencia en el que están inmersos
–IU es siempre eso. No es un partido político, es un movimiento político y social que hace de la convergencia su forma de actuar. Siempre, no ahora que se ha puesto de moda. Estamos en la política desde el año 86 haciendo convergencia. Lo que hemos dicho es que estamos siempre abiertos a procesos de encuentro sinceros y honestos con la gente que quiere cambiar este país, sea como IU, sea en otras plataformas.
¿Incluso perdiendo las siglas, como en Sevilla con Ganemos?
–IU no pierde las siglas, se mantiene como organización. La fórmula de la coalición establece la posibilidad de que todos los que queremos cambiar las cosas tenemos nuestro sitio, tanto partidos como personas individuales. Y la fórmula jurídica no presupone lo que debe ser la realidad política de esta plataforma. Somos gentes que le queremos dar una coherencia en todo el territorio a un mensaje. Desde la generosidad pero sin perder nuestra identidad.
Hay que entrar en Podemos. ¿Qué le parece su irrupción?
–Es un síntoma pero tenemos que ver cómo se concreta. Nosotros estamos en las movilizaciones, en los ayuntamientos. Se puede estar de acuerdo o no con nosotros, pero tenemos coherencia y nuestras cartas encima de la mesa. En eso vamos a seguir trabajando, independientemente del movimiento casi tectónico que está ocurriendo.
Podemos le ha quitado más apoyos al PSOE pero también se los ha mermado a IU
–Si, pero veremos después en las elecciones. Es evidente que unas municipales son unas elecciones muy específicas en las que el trabajo cotidiano tiene su compensación. Es verdad que en las europeas se nos frenó el crecimiento pero triplicamos votos, representantes y porcentajes. Y eso fue una victoria importante. No se puede convertir en una derrota.
Sin hablar ni de victorias ni derrotas, la aparición de Podemos y esos movimientos sociales implica que los partidos tradicionales...
–Es que IU no es un partido tradicional. Le niego la mayor. Es un movimiento político y social.
Digamos organizaciones políticas por las que los ciudadanos podían optar. En ese contexto, IU no ha absorbido el 15M del que deriva Podemos...
–Somos la izquierda ahora y hace diez años, la que ha resistido los cantos de sirena de unas políticas neoliberales que en la década pasada, con el ‘ boom’ del ladrillo, parecían más que hegemónicas en este país. Y cuando poca gente protestaba, IU estaba ahí. Muchas de las claves de las reflexiones políticas de hoy tienen mucho que ver con nuestra resistencia y nuestra movilización en momentos más complicados que ahora. Celebramos que ahora se hable de abordar un nuevo modelo de país. Desde esa legitimidad, IU sigue diciendo lo mismo: que está más que vigente la diferencia entre derecha e izquierda, porque hay una profunda lucha de clases en la que esta vez están ganando los ricos y nosotros queremos que gane la mayoría social y las víctimas de la crisis y no los que la provocaron.
Pero hay quien habla de que ni hay derecha ni izquierda...
–Esa neutralización es un grave error porque sí hay una dicotomía entre los poderosos y el concepto neoliberal y los que planteamos que las políticas prioritarias deban ser en favor de la mayoría social, que se traducen en un Estado fuerte que tenga capacidad de inversión para reactivar la economía y generar empleo, y fuerte para mantener los servicios básicos con carácter público que garanticen la igualdad de acceso para toda la gente.
Sin embargo, el problema principal es la corrupción...
–Absolutamente, pero es que la corrupción es sistémica. Tiene mucho que ver con las políticas que se han hecho. Y tiene un carácter estructural. Ha habido una gran complicidad entre el poder financiero y empresarial y el poder político.
¿Y eso cómo se combate?
–Pues rompiéndolo.
¿Y cómo se rompe?
–Pues en tres niveles. El primero, el inmediato, que cada responsable en su ámbito evite cualquier actuación anómala o irregular, como medida preventiva pero no suficiente. Un segundo nivel que es un cambio legislativo en el que se refuercen los controles a través de normas de transparencia. Mayor control de los procedimientos de contrataciones del sector público y fiscalización, con mecanismos de sanción y de devolución. Y un tercero, que es romper la complicidad de una élite financiera y económica que está en connivencia con la política.
Pero la corrupción tiene otros niveles más sutiles. El caso Enredadera implica a funcionarios...
–Por eso le hablo de tres niveles, pero hay que actuar con mucha contundencia y claridad, sin miedo y sin cortapisas, como en el caso de los ERE: comisión de investigación pero también actuaciones de fiscalización , como en el caso de los cursos de formación. Y en el momento en el que se detecte cualquier irregularidad, actuar con mucha contundencia.
¿Y cree que la Junta está actuando con contundencia?
–Estamos haciendo una fiscalización de los expedientes de los cursos de formación, replanteando la devolución de los fondos en los casos en los que no se utilizaron. Y en el momento en el que IU detecte que no se está haciendo todo lo posible, abordaremos un mayor control y, desde luego, habrá problemas.
¿Problemas?
–Evidentemente. Si nosotros detectamos que no se está haciendo todo lo que se puede, habrá actuaciones unilaterales.
¿Implica romper el Gobierno?
–De todo tipo. No vamos a tener tolerancia con la corrupción. Tenemos que ser diligentes y avanzar en fiscalizar y llegar hasta el final sin ningún problema.
Y sin ven oposición, ¿se plantean incluso romper el acuerdo de Gobierno?
–No vamos a admitir que haya oposición.
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