Andalucía

De ciencias y naturaleza

El otoño es una época ideal para optar por una visita al Parque de las Ciencias de Granada o al Bioparc de Fuengirola

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  • La muestra de momias -

El otoño se ha instalado de lleno en Andalucía, una época del año ideal para perderse por cualquiera de los rincones monumentales de ciudades y pueblos, para perderse en montes y veredas en busca de las mejores setas o para comenzar a disfrutar de las primeras nieves, especialmente en Sierra Nevada. Pero el otoño también es momento de familia, de estudios y de amigos, una época ideal para descubrir esas pequeñas grandes ofertas que potencian aún más cualquiera de los destinos turísticos que tiene Andalucía.

Una de esas ciudades a las que acudir en cualquier época del año es Granada aunque en esta ocasión no vamos a hablar de su Alhambra ni de su Albaicín, nos quedaremos en el Parque de las Ciencias, un espacio científico, lúdico y, sobre todo, ideal si lo que quiere es satisfacer la curiosidad, porque el único requisito que tiene este espacio es tener la mente abierta para conocer y aprender.

El Parque de las Ciencias es un museo interactivo, de más de 70.000 metros cuadrados, situado a escasos minutos del centro histórico de Granada con una de las ofertas más variadas de ocio cultural y científico de Europa. Con visitas y ofertas para todo tipo de visitantes, incluidas por supuesto las familias, grupos y escolares, ofrece una amplia variedad de exposiciones permanentes que se completan con las temporales, algunas tan interesantes como la recién inaugurada de las momias.

Entre las muestras permanentes se encuentra Viaje al Cuerpo Humano, actualizada con las últimas investigaciones científicas, o la Sala Biosfera, donde uno puede disfrutar de los cambios geológicos de la Tierra o seguir con una cámara el movimiento de las pirañas. Es posible jugar con la luz o con el sonido en la Sala Percepción, pero también descubrir los secretos de la física en la Sala Eureka, en la que hasta se pueden manejar circuitos eléctricos, un espacio en el que no está prohibido tocar nada, al contrario, hay que tocarlo todo.

Darwin también tiene su espacio permanente aunque donde la ciencia se hace más cercana aún es en el hall del edificio, en el que el Péndulo de Foucalt y numerosos juegos matemáticos dejan de ser esa asignatura poco amable. No dejen de acercarse tampoco al Planetario, donde el visitante puede disfrutar de un apasionante viaje por el universo con 110 proyectores que reproducen más de 7.000 estrellas, para después perderse en el Jardín de la Astronomía.

Con un espacio también permanente para la arqueología, ahora podrán contemplar esta maravillosa disciplina pero a través de la muestra “Momias. Testigos del pasado”, que nos ilustra sobre la cultura de sociedades extintas, testigos privilegiados de épocas pasadas, testigos “mudos” de otras formas de vivir y entender la vida. Con 1.600 m2 de espacio expositivo, 50 momias y restos originales de 27 instituciones, 240 piezas sobre momificación, escáner de momias, módulos interactivos, audiovisuales y talleres componen una muestra en la que el anfitrión inicial es Ötzi, un antepasado que quedó atrapado hace cinco mil años en un enorme bloque de hielo.

Algo más que un zoológico

Disfrutar de un fin de semana de divulgación y ciencia es una opción más que recomendable. Y también disfrutar de la naturaleza en su estado más salvaje o al menos en la recreación más fiel de lo que puede ser el hábitat de su fauna. Esa es la idea del Bioparc Fuengirola, un concepto diferente de zoológico en el que los animales conviven en una recreación de su hábitat natural que favorece su desarrollo a todos los niveles.

Visitarlo es adentrarse en un auténtico documental sobre los más profundos bosques tropicales. Desde la apertura de Bioparc Fuengirola más de 350.000 escolares han cruzado sus puertas. Sus tres objetivos principales son: divulgación, educación y sensibilización ambiental. Su visita se convierte en un auténtico recorrido por la fauna y la flora de los bosques tropicales, siguiendo sorprendentes paisajes en los que predominan los ríos, cascadas, cuevas, valles y rocas, un auténtico recorrido por lugares tan remotos como Madagascar, África Ecuatorial y el Sudeste Asiático, una ventana abierta a un mundo mágico.

Este interesante parque, que ofrece multitud de tipos de visitas e incluso existen packs con entradas y hotel incluidos, se basa en la zoo-inmersión: su diseño envuelve al visitante para que perciba una recreación del hábitat de donde proceden los animales, con el objetivo de que el visitante, en su recorrido, pueda sentir la magia del entorno, pudiendo contemplar a los ejemplares sin ninguna barrera visual. Con la misión de concienciar de la importancia de mantener los entornos originarios de estos ejemplares, Bioparc ha ido creciendo e incrementando su oferta de espacios hasta convertirlo en un mestizaje entre zoológico, parque temático, escuela, parque natural y museo al aire libre.

Con cuatro áreas diferenciadas -África, Asia, Indo-Pacífico y Madagascar-, los visitantes pueden encontrar desde hipopótamos hasta lemures (también de cola anillada), orangutanes y tigres de Sumatra, cocodrilos del Nilo y flamencos, leopardos de Sri Lanka y serpientes pitones, pasando por Peggi, la nueva hembra de potamóquero.

Viajar a través del tiempo por Castillos y Batallas

Jaén, junto con Granada, componen el área con más densidad de castillos de toda Europa y que nada tiene que envidiar a otras zonas conocidas por este tipo de construcciones. De hecho, existen varias rutas que muestran estos espectaculares vestigios de la historia, aunque nos centramos en la  Ruta de los Castillos y Batallas, que recorre buena parte de las espectaculares fortalezas que se mantienen en pie, algunas incluso en las que poder pasar una noche o disfrutar de una comida medieval ataviados de época.

Jaén fue escenario de tres grandes batallas que marcaron su historia. Primero, romanos y cartagineses se enfrentaron en el 208 antes de Cristo; mil años más tarde, almohades y cristianos en 1212, y por último, franceses y españoles en 1808. Siglos de desavenencias entre unos y otros que se defendían tras sólidas edificaciones, rodeadas de gigantescas murallas, fosos y torreones, levantadas en lugares estratégicos que se utilizaban como símbolos de poder y resistencia.

El punto de partida puede ser el castillo de Baños de la Encina, una fortificación con una enorme muralla almenada  en un cerro desde el que se divisa la villa medieval. Construido en el año 968, por orden del califa omeya al-Hakam I, pasó tras la reconquista a manos cristianas, donde se le añadió entre otros la torre del homenaje y el patio de armas del interior.

La ruta continúa hacia Jaén capital, en el Castillo de Santa Catalina y su fortaleza, actualmente Parador de Turismo y donde es más que recomendable dormir una noche, disfrutar de sus pasillos, de sus arcos cruzados a 20 metros de altura y de sus salones con decoraciones cuidadas hasta el más mínimo detalle.  Sus alrededores invitan aún más a pasear y alcanzar la torre del homenaje y el Mirador de la Cruz, que ofrece las mejores vistas panorámicas de Jaén y de su catedral.

La siguiente cita está en Alcaudete, cuyo castillo Calatravo, de origen árabe y casi inaccesible en la época califal, es uno de los mejor restaurados. Además ofrece unos almuerzos medievales, con trajes y comidas de época, que hace las delicias de todos los visitantes.

Para finalizar la ruta, hay que alcanzar la Fortaleza de la Mota. Guarda y defensa de los reinos de Castilla a las puertas del reino de Granada, sus torres se alzan a más de mil metros sobre el nivel del mar, con murallas que impresionan, al igual que su Alcazaba e Iglesia Mayor Abacial, sus pasadizos y los restos arqueológicos musulmanes, visigodos y cristianos.

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