El Loco de la salina

Un ramito de violetas envenenado

De verdad que en el manicomio estamos todos los locos deseando que hagan ya la consulta de una p… vez.

Muchos nos acordamos de Cecilia, famosa cantante que murió en un accidente de tráfico allá por agosto de 1976. Una de sus mejores canciones fue sin duda “Un ramito de violetas”. Son tantas las similitudes que tiene esta canción con lo que está pasando en Cataluña, que no me resisto a hacerles algunos comentarios. De verdad que en el manicomio estamos todos los locos deseando que hagan ya la consulta de una p… vez.

En todo caso, esperemos que cada nueve de noviembre no reciba Arturo un ramito de violetas, porque va a sonar a otra cosa. En los comentarios que siguen entre paréntesis les doy una breve reseña, debido a que la canción en sí nos va desvelando el secreto poco a poco, pero yo lo voy a ir desgranando de golpe y sin anestesia. Cecilia tuvo el acierto de ver venir a estos personajes y de narrar una situación que estaba cantada. Si no, no se explica que Arturo y Junqueras hubieran escogido el mismo día de la canción, el 9 de noviembre, para que voten los voluntarios que quieran votar. Creemos que hay tareas más urgentes, por ejemplo, que Pujol devuelva los dineros, no vaya a ser cosa que se independicen y digan que pelillos a la mar, que buenos son los catalanes para retratarse.

Esta era la canción de Cecilia:      
“Era feliz en su matrimonio, (sin entrar en detalles escabrosos) / aunque su marido era el mismo demonio. (Junqueras, el inevitable) / Tenía el hombre un poco de mal genio  (Junqueras tenía un mucho de mal genio) / y ella se quejaba de que nunca fue tierno.  (Es un tipo tirando a duro)
Desde hace ya más de tres años  (más o menos desde las últimas elecciones) / recibe cartas de un extraño,  (del mismo Junqueras como se verá más adelante) / cartas llenas de poesía (me extraña, porque no es su fuerte) / que le han devuelto la alegría. (es que Junqueras es la alegría de la huerta).

Estribillo

Quien le escribía versos, dime quien era,  (ya te lo he dicho, pero no estás atento) / quien le mandaba flores por primavera, (es más pesado que una vaca en brazos) / quien cada nueve de noviembre, (exactamente tal día como hoy) / como siempre sin tarjeta, (lo que faltaba era una tarjeta opaca entre las violetas) / le mandaba un ramito de violetas (Arturo nunca llegó a coger la indirecta).

A veces sueña y se imagina (que no es Junqueras, que es Robert Reford)/cómo será aquel que tanto la estima, (sin comentarios, pero no te fíes, Arturo)/sería un hombre más fiel de pelo cano, (ni fiel, ni canoso, como se puede comprobar)/sonrisa abierta y ternura en las manos (¡qué lejos de la realidad!)

No sabe quién sufre en silencio,  (ya se lo podría imaginar)/quien puede ser su amor secreto. (de aquí a las elecciones, después a matar)/Y vive así de día en día     (partido a partido)/con la ilusión de ser querida  (¡la ilusión de todos los días es la ONCE!)

Al Estribillo

Y cada tarde al volver su esposo     (Junqueras no vuelve, porque nunca se va) cansado del trabajo la mira de reojo.     (más bien no le quita ojo)/No dice nada porque lo sabe todo.     (no dice nada por ahorrar palabras) / Sabe que es feliz, así de cualquier modo  (no tanto, después vienen los disgustos)/ porque él es quien le escribe versos     (¿le cobrará cada estrofa?) / él, su amante, su amor secreto.     (¡pero si lo sabe todo el mundo!)  / Y ella que no sabe nada (o sea, que Arturo se hace el tonto) / mira a su marido y luego calla.” (por no decirle cuatro cosas). ¡¡Valiente pareja!!

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