El alcalde de Torremolinos, Pedro Fernández Montes, acompañado por la teniente de alcalde y concejala de Cultura, Educación y Fiestas, Encarnación Navarro Rico, y la concejala de Bienestar Social y Tercera Edad, Inmaculada Rosales Ramírez, visitó este viernes la Residencia San Carlos con motivo de la jornada de puertas abiertas celebrada en dicha institución en el 50 aniversario de la llegada de las Carmelitas Misioneras a Torremolinos, que también en esta jornada celebra la fiesta de su fundador, Francisco Palau y Quer.
A su llegada a este centro, el primer edil fue recibido por la directora, Elena Sardina, y la Superiora de la Comunidad, la Hermana Rosalía De Soto Caballero, con quienes compartió un rato de convivencia, después de saludar a algunas de las residentes, familiares y personal de la Residencia.
El primer edil ha querido así mostrar su respeto y reconocimiento a una institución regentada por las Carmelitas Misioneras que llegaron a Torremolinos en 1964 y a los pocos meses fundaron la Comunidad e inauguraron la Residencia San Carlos, ubicada en un edificio de tres plantas recién construido en un privilegiado enclave de Montemar.
Siempre destinada a la mujeres, jóvenes y mayores, esta Residencia ha acogido ya personas de toda la geografía española, dejando en todas ellas un grato recuerdo de convivencia amistosa y alegre.
Desde 1981 la Residencia es un Centro específico para acoger a señoras mayores, que cuenta con 49 plazas, todas en habitaciones individuales, siendo actualmente la edad media de las residentes de 90 años, en su gran ancianas dependientes.
En la Comunidad conviven en la Residencia San Carlos nueve hermanas, junto a personal cualificado, que se afanan cada día en cumplir su misión de trabajo y colaboración activa en los distintos quehaceres de la Residencia, entre ellos apoyo físico y espiritual a las residentes, siempre en un ambiente de serenidad y familiaridad.
Las hermanas y el personal se han caracterizado siempre por ofrecer a las residentes un trato humano y respetuoso, con cariño y honradez, que hace que las internas se sientan queridas y seguras, además de comprendidas y atendidas con paciencia en sus padecimientos de enfermedades degenerativas cerebrales y físicas.
Las carmelitas misioneras encuentran en esta encomiable labor el motivo y razón de su ser de consagradas, en cumplimiento de los preceptos de Su Fundador, quien consideró siempre la atención a los enfermos “uno de los actos más sublimes de la caridad”.
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