El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo expone hasta el próximo mes de febrero 120 obras de la pintora Carmen Laffón (Sevilla, 1934) dedicadas a los paisajes de su vida, donde el Guadalquivir y Doñana, lugares que contempla desde su casa familia en La Jara, en Sanlúcar de Barrameda, tienen un notable protagonismo.
La pintora, que vive a caballos entre Sevilla y Sanlúcar ha asegurado que el arte contemporáneo le ha enseñado mucho, sobre todo, “a no tener miedo”, al presentar la muestra ‘El paisaje y el lugar’, que reúne en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) de Sevilla 120 obras de su último periodo creativo.
La muestra agrupa las “grandes series” de Carmen Laffón efectuadas desde 2000 -salvo una de los años setenta- y casi todas ellas posteriores a 2005, de modo que muchas de estas obras no se han mostrado nunca públicamente ni han sido reproducidas en publicaciones.
La artista sevillana ha asegurado que el arte contemporáneo también le ha enseñado que “todo se puede hacer”, si bien ha matizado que “todo lo que sientas se puede hace”", y ha mostrado su admiración por genios como Duchamp y Picasso, de los que ha dicho que se distinguieron por su “atrevimiento”.
Laffón, que también ha mostrado su “profunda admiración” por Rotko, ha agradecido a sus amigos artistas que le hayan criticado duramente su obra porque, ha explicado: “uno cuando trabaja está muy metido en la obra, y vienen otros de fuera con la mirada fresca y ven enseguida lo que está mal”, de modo que en la mayoría de los casos esas críticas coinciden con las dudas que ella tenía.
El comisario de la muestra, Juan Bosco Díaz-Urmeneta y el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, han coincidido en que esta última etapa creativa de Laffón es en la que la artista se ha mostrado “más libre” y “más suelta”.
Entre sus series está la de Doñana vista desde Sanlúcar, la denominada ‘Cultura de la cal’, ‘La viña’, donde vuelven a tener protagonismo las uvas del Marco de Jerez, la de los granadinos jardines del Generalife y la de los años setenta, una serie de dibujos efectuados en la sevillana isla de la Cartuja -donde hasta febrero se mostrará ‘El paisaje y el lugar’, en el CAAC, en el conjunto del antiguo monasterio-.
La muestra cuenta con esculturas e instalaciones, algunas de las denominadas ‘site especific’, o sea para colocarlas en un lugar concreto, como la parra de hojas y sarmientos de bronce, ubicada a la altura de las parras que dan sombra o, al aire libre, en uno de los accesos a las salas del CAAC, la que recrea, entre otros elementos propios de una mesa de trabajo, un bajo relieve, del Patio de la Pérgola, junto a la antigua celda del prior de la Cartuja.
En ese mismo patio, Laffón ha instalado un contenedor de grandes dimensiones, de los que se utilizan para retirar escombros, del que solo ha pintado de blanco algunas de sus compuertas y ha rellenado con sarmientos, de modo que se confunden los de verdad con los hechos en bronce.
Las obras más identificables por su lirismo, cualidad que destacó en la inauguración de la muestra el consejero andaluz de Educación y Cultura, Luciano Alonso, distinguen la mayoría de las pinturas y de los dibujos, algunos de ellos de carbón sobre papel de unas dimensiones tan poco frecuentes en esta técnica como 212 por 150 centímetros.
sanlúcar, viña y río
Esta exposición puede verse como un prolongado viaje a lo largo del Guadalquivir, desde la ribera de La Cartuja, cuando aún era terra ignota, hasta su llegada al mar en Sanlúcar de Barrameda. Pero el viaje cambia al viajero y las obras de Carmen Laffón, midiéndose con los diversos temples del río, abren un segundo camino a través del propio paisaje: paisajes del encuentro inesperado en La Cartuja, de la vitalidad de las márgenes del río en Bonanza, de la mirada que espera y espía el vigor de la luz sobre el Coto desde Sanlúcar, de la inminencia del mar, en La Jara. Aún cabe señalar otro trayecto, modelado por la misma pintura: medidos trazos en Sevilla, materia ascendente en Bonanza, arquitectura del color en el Coto, serena sucesión de formas paralelas en La Jara.
El viaje exige un lugar de retiro y Laffón lo encuentra junto al río, en la viña que rodea su estudio de La Jara. Cómplice de la tierra, La viña ofrece a la vez acogida y fecundidad, bajo cielos que apuntan al incesante ir y venir de la naturaleza. La viña es así paisaje y lugar, como también lo son los dibujos del Generalife que oponen al esplendor de la vid la reservada sensualidad del jardín árabe.
El lugar crece con quien lo habita. Laffón lo ve formarse en los objetos que condensan ese esfuerzo, sea intelectual o físico: en los textos e imágenes que permiten rastrear el mundo poético del autor del Quijote pero también en los materiales y herramientas que jalonan el día a día de un taller metalúrgico o en el modesto utillaje que sostiene la milenaria cultura de la cal.
La muestra se acompaña por un catálogo, publicado por el Centro de Estudios Andaluces y que sus editores han preferido llamar Libro-Catálogo por las numerosas y especializadas aproximaciones críticas a la obra de Laffón.
Tras cuatro meses en Sevilla, la exposición, que ha sido considerada la más importante sobre la pintora de las efectuadas en Andalucía y la más amplia desde la retrospectiva del Reina Sofía en 1992, viajará a Granada, donde las obras se verán en la Alhambra y la Universidad.
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