Tan acostumbrados como estamos a ser los últimos en todo, tal vez sería bueno comenzar a desterrar la idea de que la Feria de San Lucas es la última de España y bautizarla como la primera del curso festivo nacional. Sería un ejercicio de autoestima que no vendría mal en estos días. Sea como fuere, Jaén está listo ya para hacer un paréntesis en su dramática rutina y zambullirse (aunque parece que el tiempo va a acompañar) en su feria grande. Nueve días de casetas y tascas en el casco antiguo para los veteranos y otros nueve (que no serán tantos) para los más pequeños de la casa, que reciben estos días con la ilusión intacta de quien tiene los sentidos a flor de piel y siempre pone buena cara al mal tiempo. Es San Lucas una feria amable y hospitalaria, como los jienenses, cuesta arriba y cuesta abajo, eso sí, pero siempre recibe con los brazos abiertos al visitante. La gran desconocida de Andalucía se ha hecho un hueco año tras año en la agenda festiva de esta tierra y pese a la austeridad, este año se podrá disfrutar de un amplio programa de actividades para que hasta el próximo 19 de octubre Jaén viva alegre, con las desdichas y penas guardadas en las alforjas y paseando la ilusión por los mediodías, noches y madrugadas de la ciudad dormida que despierta una vez al año, chubasquero en mano, a su Feria y Fiestas de San Lucas. Sea.
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