Formó el equipo Alúa con dos corredores de la comarca y un burgalés
Estos cuatro aventureros formaron el equipo Alúa: Emilio Martinez Quijada, de Burgos; Iván Vivo Gallardo, de la Línea de la Concepción; y Manuel López Becerra y Javier Hernández Sansalvador, de Algeciras.
Una participación que acabó con unas clasificaciones bastantes memorables para todos ellos, sobre todo porque acabaron la prueba, el objetivo primordial: en la clasificación el mejor fue Emilio Martínez que logró acabar entre los 35 primeros; Manuel López estuvo entre los 110 primeros; y Hernández y Vivo finalizaron entre los 280 participantes, de un total de 800 corredores.
Esta 24ª edición del temible Maratón de las Arenas, la prueba de resistencia más dura del mundo, se celebró durante la semana del 30 de marzo al 4 de abril con un recorrido de 240 kilómetros divididos en cuatro etapas bajo las durísimas condiciones del desierto del Sáhara.
La primera estapa se tuvo que suspender por una sorprendente lluvia torrencial que obligó a la organización a retrasar la salida un día. Además, este año la prueba reina ha sido la más larga de la historia, con un total de 91 kilómetros de trazado.
Todos los participantes se tuvieron que valer por sí mismos a lo largo de la prueba, llevando su propia comida y con 9 litros de aguas diarios por parte de la organización. Los marroquíes fueron los grandes protagonistas de esta competición, con la victoria de Mohamed Ahansal y el segundo puesto de Aziz El Akad.
Hernández, debut glorioso
El algecireño Javier Hernández, debutante en la prueba, ha explicado sus vivencias en esta mítica Maratón: “Yo me he dado cuenta que lo que me gusta de esta actividad deportiva es el reto, pero no el llegar primero, es el reto de la distancia, de la vivencia, del camino. Cada prueba es como un viaje, un turismo deportivo, creo que al tocar el suelo, el terreno, nos mezclamos más allá en los lugares donde vamos y nos llevamos todo su sabor”.
Y señala Hernández de cómo se metió en la aventura de esta prueba: “Hace unos tres años escuché hablar del Maratón des Sables y me pareció algo lejano e inalcanzable, yo era un humilde senderista y junto con el UTMB veía la prueba como el que ve las Olimpiadas. Fuimos derivando hacia las carreras de montaña (digo fuimos porque yo no me muevo sin mis compañeros) y empezamos a hacer pinitos. Yo no destaco pero disfruto mucho y por supuesto acabo. Cuando vinimos de Hoggar 2006 me quedó la sensación de haber ido a la copia mala de MDS, eso era lo que suponía, el que no me podía permitir ir a la original porque yo no tenía status, pero me equivocaba y no lo sabía. En 2008 tampoco pude ir y cuando llegó este año me inscribí junto con mis compañeros y aunque todos no pudimos ir, lo que lamento muchísimo, al final estuvimos con un equipo”.
Hernández narra así su última etapa: “Amaneció el viernes luminoso con temperatura algo más alta que los días anteriores y con la cara hinchada por el exceso de sales ingeridas. El grupo salió volando, había muchas ganas de correr, subimos algunas colinas y llegué al CP1 sin problemas en una hora escasa, el terreno se volvió blando y pesado pero el CP2 estaba muy cerca y llegué enseguida, luego tras una bajada preciosa y unos paisajes espectaculares llegamos al CP3, no es que fuera muy rápido pero no paraba de correr, lento pero constante, no me cansaba, iba disfrutando, me encontraba mejor que cualquier día anterior.
Tras este CP me puse el MP3 y puse cosecha musical propia, Sabina en la Mandrágora, aluciné, pasamos por un oasis donde refrescamos los pies, tenía mas fuerza que nunca, se me saltaban las lágrimas de alegría, éxtasis entre la música, la carrera y el paisaje, alucinante… cada vez corro más, pero el resto de gente también, adelanto a muy poca gente porque todo el mundo vuela incluso hacia arriba, y cuando llego a lo alto de la colina, sería el kilómetro 38, veo desde lo alto la meta, bajo por un corte de arena y corro todo lo que puedo, es mi momento, iba contentísimo, llevaba años soñando con esta entrada, adelanto a tres corredores y llego a la meta. Estaba allí el jefe de la organización, Patrick Bauer, al que no paré de darle las gracias por todo, por haber creado este sueño infantil; me abrazó, me pusola medalla y rompí a llorar de alegría cuanto me encontré a los míos; llevaba años soñando con ese momento y me acordó de mi mujer y mis tres churris que me habían permitido lograr este sueño infantil”.
Para Hernández “el Maratón des Sables no es único, hay tantos como participantes, cada uno tiene el suyo y este ha sido el mío; no creo que vuelva porque hace falta mucha ilusión para gastarse la pasta que cuesta, pero vale lo que cuesta. Gracias a todos porque habéis contribuido con vuestra presencia a tener el mío”.
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