Podemos decir que hay factores que pueden predisponer al niño a padecer esta alteración, no existiendo una única causa que explique todos los casos. Es decir, puede ser que estén influyendo factores de transmisión genética, cuando hay antecedentes familiares con este tipo de problemas y que pueden incidir en la maduración del menor en lo que al control vesical se refiere. También es posible que el niño presente un ciclo del sueño muy profundo que le impida recibir la señal de vejiga llena o que presente un retraso madurativo en la capacidad funcional de la vejiga. Así mismo, puede ser que existan experiencias de aprendizaje inadecuadas debido a un mal funcionamiento familiar. Incluso es posible que situaciones de estrés psicosocial como el nacimiento de un hermano, separación de los padres o fallecimientos de familiares cercanos, contribuyan a la demora en el control vesical.
Aunque tiende a remitir, no podemos ignorar este problema, ya que es habitual que cause no solo molestias a los padres, sino que el niño se vea afectado en diferentes ámbitos. Es más, suelen tener asociados diferentes problemas sociales como son la imposibilidad de dormir fuera de su casa, o ser objeto de burla por parte de compañeros, influyendo todo esto de manera prolongada en la autoestima de los niños y en su manera de realizar determinadas actividades. Es verdad que se pueden sentir afectados por el hecho de no poder controlar algo que para sus iguales es relativamente fácil, sintiéndose diferentes al resto, pudiéndose dar un aislamiento social por estos motivos. Es más, en una gran cantidad de casos de niños con enuresis, los problemas emocionales que sufren son la consecuencia y no la causa de la cama mojada.
A la hora de tratar este problema es muy importante la implicación por parte de los padres. También es importante que el niño tome consciencia de los inconvenientes que tiene orinarse encima, por lo que resulta esencial que el propio niño restablezca la situación a como estaba antes de del episodio enurético, es decir, el niño debe ser el que cuando se orine encima corrija tal situación, quitándose la ropa, llevándola a lavar y siendo él mismo el que vuelva a disponer ordenadamente la cama con sábanas limpias. Todas estas indicaciones deben utilizarse junto a técnicas basadas en el empleo de alarmas, entrenando a los niños para que aprendan a retener la orina y fomentando el despertar escalonado.
Por último, recordar que los castigos, las reprimendas y la presión de los padres, además de no atajar el problema en estos casos, pueden ser contraproducentes e interferir en la superación del mismo. En este sentido, hay que ser conscientes de que estas conductas se pueden corregir y mejorar utilizando tratamientos adecuados y, sobre todo, contando con el apoyo de la familia.
educa@cop.es
Comenta este artículo en:
www.vivajerez.es
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es