Jerez

El drama de cumplir los 18 años

Más de diez jóvenes de entre 18 y 21 años en Jerez viven actualmente en la calle sin un techo bajo el que refugiarse. La asociación Voluntarios por otro Mundo lucha por evitar la exclusión social de este colectivo

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Vivir en la calle es uno de los dramas por los que están pasando  muchas personas en nuestro país. Pero esta situación tiene todavía un lado más oscuro, y es que alrededor de 4.500 personas de las que están en esa situación en España son jóvenes. Chicos y chicas que no disponen de recursos para cubrir sus necesidades básicas y que carecen de red social o familiar de apoyo. Esta realidad está más cerca de lo que muchas veces parece, pues en Jerez en torno a una docena de jóvenes vive de esta manera. Los riesgos de exclusión social son enormes en estos casos, por lo que encontrar un trabajo se vuelve sumamente difícil. Afortunadamente hay  quien se preocupa y trabaja por que estas personas tengan lo que todo el mundo merece: un hogar.

Filosofía de la solidaridad
La asociación Voluntarios por otro Mundo nació hace relativamente poco, en verano del año pasado en Sevilla, fundada por el ex defensor del pueblo andaluz, José Chamizo. Son tres programas los que tienen abiertos, entre ellos el que trabaja con los jóvenes ex tutelados de la Administración. En Jerez, Michel Bustillo dirige al equipo que ya se ha puesto en marcha para dar oportunidades de una vida digna a los que se encuentran en esta situación.
Existen diferentes circunstancias por las que un menor acaba bajo medidas de protección por parte de la Administración, es decir, tutelados por ésta. Pero para mientras la mayoría de chicos cumplir los 18 años es motivo de celebración, para los jóvenes tutelados es un problema muy grave al que tienen que enfrentarse, pues supone tener que dejar el centro en el que han vivido y normalmente no tienen a dónde acudir. Desde esta asociación denuncian que la Administración deje desamparados a los que han sido sus tutelados. Muchos de estos jóvenes son inmigrantes que no tienen aquí familia. Un caso alarmante es el de una chica de 18 años embarazada de cinco meses que actualmente está en la calle. “Duermen en casas abandonadas, en los cajeros de los bancos y sitios así. Algunos nos han dicho que a veces van a varios sitios en una misma noche porque hay gente que les molesta”. Al final, cuando llevan un tiempo prolongado viviendo sin un techo, generalmente terminan delinquiendo o ejerciendo la prostitución. Es el destino que Bustillo y toda esta asociación no quieren para ellos. Y el que teme para, por ejemplo, otro joven con el que se entrevistó hace unos días. Sale a la calle en noviembre y de momento no tienen sitio para él. Está afrontando sus estudios con ilusión y resaltan que “es muy buen chico”. Sin embargo, si no le encuentran un hogar no pueden asegurarle un buen futuro. “La calle es, para mí, el mayor grado de exclusión social”, comenta el director del equipo.
También hay que entender que a veces no resulta fácil trabajar con personas que están viviendo en la calle y que no tienen nada. En cambio, la situación cambia cuando tienen un techo.
Desde Voluntarios por otro Mundo buscan precisamente darles un hogar a estos chicos, aunque aseguran que es difícil, además de la reinserción social. “El objetivo de este programa es conseguir que los jóvenes puedan recuperar la confianza en sí mismos y planificar su futuro con ilusión”, aseguran. Así, todos a los que ayudan están estudiando o haciendo prácticas EPES -Experiencia Profesional Para el Empleo-. Bar Juanito, Talleres Antonio y Alcampo son las tres, por el momento, en que están trabajando los ex tutelados.
El proyecto más cercano que tienen entre manos ahora mismo es el de un piso que les ha cedido la Consejería de Obras Públicas.  La empresa Ikea se ha ofrecido a amueblarlo. Su apertura se realizará lo antes posible, pues a partir de entonces cinco chicos dejarán de vivir sin un techo.  Son cinco porque “no queremos hacinar a la gente. Si hiciéramos eso el problema de exclusión social no terminaría”. Lo importante es que vivan con normalidad y con las comodidades básicas de cualquier hogar. Evidentemente, esto genera unos gastos que tienen que cubrir, como la luz, el agua y el gas. Por eso hacen un llamamiento a las personas y a las empresas para que colaboren como puedan, económicamente o a través del voluntariado.
Precisamente los que luchan con la asociación por estos jóvenes son voluntarios que tienen otras responsabilidades pero que quieren conceder parte de su tiempo a esta labor social. Es el caso de Marta, una estudiante de Derecho, Macarena, una trabajadora social, o Carmen, que ofrece ayuda en labores de cocina, por ejemplo. “Las ONG con muy poco dinero hacen mucho y eso la Administración lo sabe”, dice Michel Bustillo, que pide unos mayores presupuestos, pues a la hora de hacerlos “hay que mirar primero a las personas”. Además, asegura que la administración local argumenta que este tema es competencia de la Junta de Andalucía y que desde allí tampoco obtiene respuesta.  “Se pasan la pelota de unos a otros”. Bustillo también afirma que “sin duda estos jóvenes están en la calle porque el sistema de protección social ha fracasado”.
Mientras tanto, apelan a la filosofía de la solidaridad. El lema de la asociación, “Cambiar el mundo ayudando a quien lo necesite”, demuestra que hay quien se preocupa por los demás y es capaz de colaborar desinteresadamente por una sociedad mejor.

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