Cada vez que aparecen partidas de la Catedral de Jaén, la presa de Siles o la A-32 en los Presupuestos Generales del Estado para Jaén no hacen más que evidenciar la falta de inversión continuada del Gobierno de España por esta provincia. Primero, porque se trata de proyectos e intervenciones que acumulan décadas en algunos casos, como la presa; y segundo porque se han convertido en papel mojado, ya que finalmente, o no se invierte ese dinero o el nivel de ejecución es muy inferior al presupuestado. Jaén vuelve a recibir más de lo mismo en las cuentas para el próximo año. Menos incluso que el año pasado e insuficiente, en cualquier caso, dado el atraso de proyectos que solo por el hecho de repetirse ejercicio tras ejercicio debería sonrojar al Gobierno de España. Si a ello le unimos la congelación de los salarios a los funcionarios, las mínimas subidas a los pensionistas, las exiguas inversiones en industrialización o los recortes en las prestaciones por desempleo, la consecuencia es un ‘cóctel molotov’ que vuelve a abandonar a Jaén a su suerte y a condenar a la provincia y a la capital a un destierro presupuestario e inversor que duele más cuando el titular del Ministerio es un jienense como Cristóbal Montoro, que cerró las listas del PP en las pasadas Municipales y que no ha hecho una sola visita a la capital desde aquella toma de posesión de junio de 2011. Tampoco ha habido motivos para hacerlo, claro.
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