Ronda

Los más emblemáticos comercios del centro sucumben a la crisis

El cierre de varias tiendas tradicionales certifica la defunción de los veteranos comercios de La Bola. La crisis, las franquicias y, en algunos casos, los nuevos alquileres, han sido sus enemigos

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Droguería Campos existe desde 1944, cuando José Campos, tío de su actual propietario, decidió ubicar este negocio en el número 34 de la calle comercial por excelencia de Ronda, aquella que surte desde hace años a los rondeños y los serranos. Ayer por la mañana, anunciado su cierre, con más bajos precios, los clientes se agolpaban en torno al viejo mostrador; un limpiador; desodorante; silicona fijadora... “Nos queda una semana como mucho”, refirió Antonio, quien heredó el negocio de su padre Juan, quien, a su vez, recibió la tienda del citado tío José, cuando otro Juan, ya hijo, se ocupa del negocio desde hace años. Padre e hijo estaban ayer tras el mostrador. Las estanterías, pintadas en color pastel, evidenciaban la despedida: apenas unas pocas latas de pintura y pegamentos junto a tradicionales útiles de cocina: “La crisis es grande; pero hay también mucha competencia con las grandes superficies, con las franquicias... Nos han comido el terreno y es imposible competir con ellos. El público se ha repartido mucho que, pese a llevar abiertos 70 años, en los 10 últimos hemos tenido que tomar esa decisión”.

La crisis ha ahogado los emblemáticos y más viejos comercios de la calle La Bola. Y como ha ocurrido con Droguería Campos, situada junto a la emblemática confitería de Harillo, ha ocurrido estos días con la tienda de alimentación de los Hermanos Márquez, en cuyo caso no sólo ha intervenido la crisis, sino especialmente el final de la prórroga de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994, que mantuvo la renovación automática para contratos anteriores a 1985, con subidas de la renta limitadas, lo que ha dado como resultado con el paso de las décadas unos alquileres mucho más baratos que los del mercado, siendo ahora imposible para algunos comerciantes pagar mucho más de lo que venían abonando en concepto de alquiler. Esta tienda de ultramarinos databa del año 1947.  En su situación se estima que puedan estar otras cinco: “Y eso que los alquileres han bajado más de la mitad en la calle La Bola. Quienes estaban pidiendo antes de la crisis 6.000 euros por un local, ahora piden 2.000”, afirmaba por su parte Ignacio Medina, secretario de la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Ronda (Apymer).

Medina admite que “para el comercio antiguo, subsistir ha sido imposible”. Por cuanto a los apoyos, “nunca son bastantes”, afirmó en declaraciones a RONDA SEMANAL. El portavoz de Apymer refirió la duración de la crisis, “extremadamente larga ya para los pequeños empresarios, como para todos los rondeños, y eso que cuando se anunciaba las autoridades no quisieron hacer caso”; y añade Medina otro ingrediente para este drama: el crédito de los bancos: “Notamos un cambio en la banca, porque en dejar dinero está su negocio. Y parece que van a abrir mucho más la mano. No será seguro como fue, pero desde luego tampoco como ha sido en estos últimos años”, defendió, aludiendo al próximo convenio que Apymer firmará con Unicaja, que se presentará dentro de unas semanas, y que ayudará a mantener el crédito.

Paradojas de la vida, un banco situado en Carmen Abela también ha sido víctima de la ley de alquileres, y ha decidido trasladar sus oficinas por el precio del nuevo alquiler.

EL CENTRO COMERCIAL ABIERTO

Recuerda Ignacio Medina cómo en 2006, meses antes de iniciarse oficialmente la crisis financiera en EEUU, durante una reunión de empresarios “se anunció que venía una crisis a España que sería larga”. Con el paso de los años, recuerda cómo “nos dijeron que no dijésemos nada, para no asustar a nadie”. Los efectos de esa terrible situación no escaparían a nadie.

La mayoría de los viejos negocios de la calle La Bola ya no existen. Cuando esta semana abría sus puertas un novedoso local, del que nos ocupamos en la contraportada de este número, el paso del tiempo certificó la muerte de las más viejas tiendas; sobrevivieron otros, aquellos que reformaron su filosofía o incluso también sus propias instalaciones, con el temor a la anunciada apertura de un centro comercial que nunca llegó a la ciudad pero que hizo que los empresarios idearan el proyecto de Centro Comercial Abierto que nunca fraguó del modo en que debía haberse consolidado la iniciativa.

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