El Obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana, ha pedido hoy a los rocieros que no se queden solo en el sentido festivo de la romería de El Rocío y les ha recordado que ante todo tienen "la misión de anunciar la alegría del Evangelio".
Lo ha dicho durante la celebración de la misa de romeros en el Real de la aldea almonteña, que ha acogido una Eucaristía en la que las 114 hermandades filiales han renovado su compromiso religioso con la Blanca Paloma.
Como es tradicional, miles de personas pertenecientes a las 114 hermandades filiales rocieras, con sus capellanes al frente, han asistido a la misa, así como rocieros que no pertenecen a ninguna hermandad.
En la homilía, Vilaplana ha defendido la importancia de la fe católica para luchar contra los problemas de la sociedad actual, "contra la crisis económica y moral que venimos pasando, por lo que es necesaria la apertura de nuevos caminos que nos conduzcan a una sociedad más moderna, más fraterna y más humana".
"Esta fiesta no nos permite quedarnos en la mediocridad, sino que nos abre horizontes amplios y metas elevadas (...) porque las situaciones difíciles requieren de hombres y mujeres llenos de fuerza", ha señalado el Obispo, que ha entendido, parafraseando a Juan Pablo II, que "nuestra vocación es la santidad", por lo que ha dicho a los rocieros: "Sed santos para renovar el mundo".
Vilaplana ha enfatizado que aunque El Rocío "es una romería marcada por el sentido de la fiesta, no podemos olvidar que tenemos la misión de anunciar la alegría del Evangelio, y la participación en esta fiesta nos hacen pensar en los que se sienten solos, o en los que sufren por estar en el paro, los jóvenes sobre todo".
Además, se ha referido a la abdicación de Juan Carlos I, para recordar que los Reyes de España estuvieron en Almonte en 1992, y los Príncipes de Asturias en 2006, para desear a estos últimos "que el espíritu santo les asista en la nueva responsabilidad que van a asumir".
José Vilaplana ha tenido palabras de recuerdo para dos sacerdotes recientemente fallecidos, Rosendo Álvarez y José García, que en los dos casos fueron párrocos de Almonte, y ha pedido a los rocieros que apoyen la oración por la paz en Oriente Medio que ha convocado el Papa Francisco, con el fin de que "la Virgen, reina de la paz, interceda por todos".
Al final de la homilía, las 114 hermandades filiales han renovado su compromiso con la Blanca Paloma, pasando los presidentes y hermanos mayores ante un libro con la leyenda "creemos en todos y cada uno de los dogmas adorables de nuestra sacrosanta religión, católica, apostólica y romana, única verdadera, y estamos dispuestos a derramar por ella hasta la última gota de nuestra sangre si fuese necesario".
Terminada la misa, los rocieros se disponen a vivir una intensa tarde de domingo a la espera del principal momento de la romería, el salto a la reja, el momento en el que los almonteños sacan a la Virgen del Rocío de su ermita para dar comienzo a la procesión por las calles de la aldea.
Como es tradicional, el salto de la reja no tiene una hora fija, aunque para hacerlo hay que esperar a que termine el rezo del rosario de las hermandades por la aldea, coincidiendo casi siempre con el momento en el que el simpecado de la Hermandad Matriz está ya dentro de la ermita.
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