El comercio tradicional está a punto de recibir una estocada en lo más profundo de su ser. Los arrendamientos de renta antigua, que quedaron heridos de muerte en 1985, con la aprobación del conocido como decreto Boyer, por el que se eliminaba para los nuevos contratos la prórroga obligatoria que regía hasta entonces, se extinguirán de forma masiva el próximo 31 de diciembre. Ese día perderán la vigencia todos los alquileres de locales comerciales pactados antes de la entrada en vigor del decreto, salvo en aquellos casos en los que siga al frente del negocio el titular original del contrato o bien su cónyuge, que están blindados por ley hasta su fallecimiento o jubilación. Si está a nombre de algún descendiente, o bien de una empresa, como ocurre en la mayoría de los casos, quedará sin efecto, ya que se cumplen los 20 años de prórroga establecidos en la posterior Ley de Arrendamientos Urbanos, aprobada en 1994.
Si no lo han hecho aún, los inquilinos tendrán que ponerse a negociar con los propietarios para actualizar sus rentas a precios de mercado actual.
El presidente de la Unión de Comerciantes de Cádiz, Salvador Muñoz, aseguró a VIVA CÁDIZ que por ahora sólo se están recibiendo llamadas para pedir información por parte de los socios afectados. Pero el problema tiene difícil solución, ya que los propietarios de los locales están en su derecho, con la ley en la mano de renegociar los precios de los alquileres.
Una tarea que se presenta ardua. La mayoría de estos locales acabarán cerrando. Son en su mayoría pequeños comercios cuya facturación no les permitirá afrontar un alquiler al precio actual y más con la caída de las ventas.
Locales vacíos
El precio del alquiler es un aspecto que preocupa a la Unión de Comerciantes. Sólo hay que darse un pase por la calle Ancha, o por otras zonas de la ciudad como la Avenida principal para ver la cantidad de locales que permanecen cerrados. Según Salvador Muñoz la razón fundamental es que los dueños de los inmuebles se niegan a bajar los precios, hasta el punto de que prefieren tenerlos cerrados antes de introducir la tijera en sus beneficios. “Los propietarios tienen que ser conscientes de que los comerciantes no pueden pagar los precios de antes de la crisis. Ya nos gustaría, porque eso querría decir que vendemos, pero no es así, las ventas han caído considerablemente”.
Por ello es habitual ver como los negocios se cambian de ubicación, bien pasándose a la acera de enfrente o buscando por otras zonas.
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