Incluso en una noche tan futbolera como esta del Miércoles Santo de 2014, han sido muchos los fieles que no han faltado a la tradicional cita que, en ese deambular romántico por los arrabales de la Mota, traza el Vía Crucis que ha celebrado un año más la Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud. El incienso, el fuego crepitante de las antorchas, la llameante luz, y el silencio como fondo, tintineo, apagados pasos y rumor apenas de rezos y plegarias, componen un escenario sonoro que distingue una noche de recogimiento y fe, en la que el Cristo, portado en su Cruz, viaja por las empedradas cuestas, hasta la iglesia de Santa María la Mayor en la Fortaleza de la Mota.
Como se ha dicho “el Vía Crucis es un itinerario compasivo, repleto de escalas y peldaños que nos conducen a la resurrección. Los Caminos de la Mota, piedra desgastada en medio de leyendas y vida de frontera, son vivencias de gente humilde que hicieron el camino.
Desde la iglesia de San Juan, los fieles completaron cada una de las catorce estaciones, esta vez bajo un cielo respetuoso y sereno de primavera. La ermita de San Rafael, la Placeta de Carmen Juan, la Antigua Cruz del Cristo de la Piedra, el antiguo barrio de San Sebastián, la Puerta de Santiago, las Caballerizas de los Abades, las Puertas de la Alcazaba, el pórtico de la iglesia de Santa María la Mayor, el claustro de la iglesia Mayor, la puerta de la Imagen de Nuestra Señora, la Puerta de las Lanzas, el antiguo Convento de las Trinitarias, la calle Romancero y, de nuevo, la iglesia de San Juan, fueron las paradas de este itinerario emotivo y sacro.
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