Si tiempo atrás la religión fue denominada como el opio del pueblo, hoy podemos afirmar con rotundidad que el fútbol es el opio del pueblo actual, parece sorprendente el poder narcotizador que tiene este deporte para millones de personas.
Por ello los poderes políticos no dejan de utilizar la capacidad adormecedora de este deporte para intentar ocultar las miserias y desmanes que ellos mismos generan, acompañados por quienes también ostentan el poder financiero y empresarial, no es de extrañar que al mismo tiempo que exigen a la ciudadanía un cumplimiento escrupuloso de las leyes económicas y fiscales a las que estamos sometidos, hagan la vista gorda hacia todo lo relacionado con el fútbol.
Esta utilización del denominado deporte rey para los españoles y para otros muchos países, no es de ahora, ya en la dictadura franquista fue utilizado por el dictador aprovechando el novedoso invento de la televisión, igualmente ha sido explotado como escaparate para vender las bondades de nuestro país, aprovechando la victoria de España en la Eurocopa de 1964 y con los continuados triunfos del Real Madrid en la Copa de Europa. También otros dictadores como Videla y Mussolini lo utilizaron con el mismo fin con la celebración de sendos Mundiales, los de 1978 y 1934 respectivamente.
Solo es necesario abstraerse de la burbuja futbolística para observar como emerge la pasión por este deporte en épocas de crisis y quizás, no solo por el impulso interesado de todos los poderes, sino también por la necesidad de la sociedad de agarrarse a un clavo ardiendo para evitar sumergirse en la absoluta frustración.
Podemos sufrir la falta de empleo, el recorte de derechos, la eliminación de beneficios sociales, el derrumbamiento de la estructura del estado, la falta de recursos para la educación, para la vivienda, incluso para alimentarse, pero… DONDE ESTÉ EL FUTBOL.
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