Notas de un lector

Palabra de poetas

Desde hace más de tres décadas, la Diputación Provincial de Soria viene convocando los premios “Leonor” y “Gerardo Diego” de poesía. Tenaz y sostenida labor, que, además, viene refrendada por la extensa y prestigiosa nómina de autores galardonados.

Desde hace más de tres décadas, la Diputación Provincial de Soria viene convocando los premios “Leonor” y “Gerardo Diego” de poesía. Tenaz y sostenida labor, que, además, viene refrendada por la extensa y prestigiosa nómina de autores galardonados.

    Con “Cuerpo, casa partida”, Francisco Caro (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947), obtuvo el pasado otoño el “Leonor”.
Un nuevo reconocimiento para el vate manchego que, una vez más, ha vertebrado un volumen unitario, de estructura coherente y riguroso con las tonalidades rítmicas. Su palabra, sincera y humana, es para el yo lírico un íntimo reto, pues tal y como confiesa en el texto que sirve de coda, “esta manera/ de escribir con el mismo/ aceptado temor con que reciben/ las aguas cada golpe de la piedra/ y tras hacerlo suyo lo prolongan/ lejos,/ débil,/ hasta que a la mirada sea/ aquel dolor olvido”.
Dividido en tres apartados, “La parte izquierda de mi casa”, “Alguien levantó círculos” y “Abandonar la casa”, el conjunto tiene como protagonistaa una morada pretérita, recobrada, que torna la memoria esclava de un tiempo y un espacio que perfumó la infancia y que aún perdura y late: “Hoy, esta casa/ partida por dos sombras,/ que enferma, sin niñez, nos da cobijo (…) La casa hoy,/ partido cuerpo, voz”… Lo vivido desde entonces, es el índice que marca las horas presentes, que señala el devenir de su propia finitud, y que surge como metamorfosis real, vívida, de instantes dichosos, dolientes, familiares: “Le gustaba a la madre/ llevarte a las orillas de las aguas (…) Le gustaba/ que anduvieras con pausa/ los aromas descalzos, los colores de olivo/ del sur que os llegaban”.

Poemario, en suma, revelador de un decir madurado, que ahonda en los enigmas y certidumbres más entrañados del ser humano y que contiene, a su vez, turbadora belleza, confesional exactitud: “Escribir es estar siempre esperando,/ vigilar el temor del nuevo día”.

     “Axis Mundi”, de Pilar Verdú del Campo, recibió el premio “Gerardo Diego” para autores noveles. En su bautismo poético, esta sevillana de origen y afincada desde su infancia en Valencia, fija su eje en la simbología de ese punto de conexión entre el cielo y la tierra que evoca el centro neurálgico de cualquier microcosmos: “El mundo es vertical y descendente,/ y sus hilos me envuelven/ al telúrico seno del origen (…) Qué claridad de tallos encendidos/ trepándose a los cielos,/ antorchas,/ axis mundi”.
Sabedora de que los poetas miran a través de las palabras, las suyas, hechas verso, testimonian vitalidad, y fluyen plenas de una personalísima conciencia lírica. Con el anhelo de indagar en la esencia misma de los territorios que nos brinda la Naturaleza, de los sentimientos que nos anudan a la realidad, Pilar Verdú apuesta por hacer de su cántico, bálsamo que aquiete la incertidumbre: “Liberar el poema te libera./ Es un pájaro caliente y palpitante/ que, alojado en tus manos,/ se remece ante el cielo prometido”.

     Con un lenguajede impronta femenina, bien acordado, esta sevillana ha pergeñado un primer poemario de profundas y fértiles raíces.

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